Milei está decidido a no convocar a sesiones extraordinarias del Congreso y busca bajar la persiana legislativa lo antes posible. Su plan es evitar el debate parlamentario, especialmente en torno al Presupuesto 2025, y gobernar a través de decretos y vetos.
Esta estrategia representa una ruptura con la tradición democrática en Argentina, donde desde el retorno a la democracia con Raúl Alfonsín, todos los presidentes han convocado a sesiones extraordinarias o extendido las ordinarias, según un análisis del politólogo Pablo Salinas.
Milei justifica su posición argumentando que cada debate legislativo pone en riesgo su poder frente al mercado. Los vetos recientes, como el de los 87 diputados contra la suba de jubilaciones y el de las universidades, tuvieron más lógica política que fiscal, según sus allegados, ya que el objetivo es demostrar quién manda.
La oposición, por su parte, busca frenar el DNU que le permite a Luis Caputo reestructurar la deuda sin precondiciones y modificar la ley 26.122 para que la negativa de una sola cámara baste para derogar un decreto. Milei ha advertido que vetará esta reforma, lo que desataría un nuevo pulso de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Además, Milei se prepara para gobernar a través de decretos y vetos, incluyendo la posibilidad de nombrar jueces a la Corte Suprema por decreto, algo que podría generar un nuevo conflicto con la oposición y Mauricio Macri, quien se opone a algunos de los candidatos propuestos.
Esta estrategia de Milei pone en jaque la división de poderes y genera preocupación en sectores de la oposición y la sociedad civil. Será clave observar cómo se desarrolla esta tensión entre el Ejecutivo y el Legislativo y si Milei logra consolidar su poder sin el contrapeso del Congreso.