Desentrañando la Inflación Argentina: Un Recorrido Histórico y Propuestas para la Estabilidad

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La inflación es uno de los mayores desafíos económicos que ha enfrentado Argentina en las últimas dos décadas. Sin embargo, los recientes datos del INDEC muestran una desaceleración significativa, con una inflación mensual de 2,7% en octubre, la más baja desde noviembre de 2021. Pero, ¿qué hay detrás de este proceso y es realmente sostenible?

Para entender la dinámica inflacionaria argentina, debemos analizar los cinco factores clave que afectan directamente los precios: salarios, tipo de cambio, tarifas, precios internacionales y márgenes de ganancia. Estos eslabones conforman la cadena que une la cantidad de dinero en la economía con la evolución de los precios.

Tras la salida de la convertibilidad, la inflación tuvo un pico inicial por la devaluación, pero rápidamente se estabilizó en niveles bajos. Sin embargo, a partir de 2007, el aumento de los salarios, en un contexto de tipo de cambio y tarifas prácticamente constantes, lideró un rebrote inflacionario. Esto se agravó en 2010-2011 con un incremento salarial de más del 50% en dólares, lo que generó una pérdida de competitividad difícil de sostener.

Desde entonces, los saltos cambiarios de 2014, 2015, 2018 y 2019, sumados al deterioro de los salarios reales y los ajustes tarifarios, han sido los principales impulsores de la inflación. La decisión del gobierno entrante en 2022 de hacer una fuerte corrección cambiaria, seguida de un ritmo de depreciación más lento, junto con la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, han sido claves para la reciente desaceleración.

Pero, ¿es sostenible esta tendencia a la baja? Factores como el blanqueo de capitales y la contención del tipo de cambio oficial y paralelo han dado un respiro al Banco Central. Sin embargo, el nivel actual de tipo de cambio real no parece compatible con la productividad general de la economía argentina, por lo que es poco probable que pueda mantenerse mucho más allá de 2026.

En resumen, si bien se ha logrado una importante batalla contra la inflación, el camino hacia la estabilidad es aún largo y no lineal. La meta debe ser una inflación estable y menor al 10% anual, sin cepo ni tipo de cambio, tarifas y salarios atrasados. Para ello, se requiere una estrategia integral que aborde los cinco factores clave de manera coordinada y sostenible en el tiempo.

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