La medición de la inflación en Argentina es un tema que genera debate constante, con muchos cuestionando si el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC refleja fielmente la realidad que experimentan los hogares. Si bien el INDEC ha logrado recuperar la confiabilidad de sus datos tras la manipulación durante el kirchnerismo, existen factores que pueden generar diferencias entre la medición oficial y la percepción individual.
Una de las principales razones es que el IPC se basa en una canasta de bienes y servicios que busca representar el patrón de consumo promedio de la sociedad. Sin embargo, los patrones de consumo varían significativamente entre los diferentes tipos de hogares, ya sea por ingresos, composición familiar o ubicación geográfica. Así, lo que puede ser una subida importante para un hogar de jubilados puede verse diluido en el promedio general.
Pero hay un factor aún más relevante: los ponderadores utilizados por el INDEC para calcular el IPC no se han actualizado desde la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO) de 2004-2005. Esto significa que el peso asignado a cada rubro de gasto no refleja los cambios en los patrones de consumo de los últimos 15 años.
Por ejemplo, se redujo de manera significativa el consumo de carne y se incrementó fuertemente el gasto en telecomunicaciones (en 2004 muy poca gente tenía teléfono celular o internet en su casa).
Si bien el IPC sigue captando los aumentos de precios en estos rubros, el efecto no se refleja en su totalidad debido a que su ponderación está desactualizada. Esto es especialmente relevante cuando algunos componentes de la canasta se incrementan a un ritmo muy superior al resto.
Un análisis realizado por la consultora Vectorial muestra que los rubros que más se han encarecido desde el cambio de gobierno son precisamente aquellos cuyo ponderador está subestimado en el IPC, como servicios públicos, transporte y comunicaciones. Por el contrario, los bienes cuyo ponderador está sobreestimado, como alimentos, indumentaria y mantenimiento del hogar, han tenido aumentos más moderados.
Esto no significa que la inflación esté mal medida, sino que la metodología utilizada por el INDEC puede generar diferencias puntuales respecto a la percepción individual, especialmente en períodos de alta inflación. De hecho, la tendencia general de la inflación es la misma, lo que varía es el impacto en el poder adquisitivo de los ingresos.
Según estimaciones de Vectorial, el uso de los ponderadores actualizados habría generado una diferencia de 5 puntos porcentuales en la evolución de los salarios reales, lo cual no es menor. Por ejemplo, con los ponderadores actualizados, los salarios reales del sector privado registrado aún se ubicarían 7% por debajo de los niveles de noviembre del año anterior.
En resumen, si bien el IPC del INDEC es una herramienta confiable para medir la inflación general, la falta de actualización de los ponderadores puede generar discrepancias puntuales con la percepción individual, especialmente en períodos de alta inflación y cuando algunos rubros se encarecen a un ritmo muy superior al resto. La actualización de la metodología, anunciada hace meses, sería un paso importante para mejorar la precisión de la medición.