Cuando Javier Milei asumió la presidencia, las profecías sobre un gobierno en rápida colisión con las enormes limitaciones de su programa económico y su inexperiencia política parecían inevitables. Sin embargo, a un año de su mandato, la realidad ha sido mucho más ambigua, con una combinación de posiciones extremas y dosis regulares de pragmatismo.
Lejos de las promesas revolucionarias, el gobierno de Milei ha demostrado una capacidad sorprendente para adaptarse a las circunstancias y consolidar apoyos, incluso entre actores que inicialmente lo rechazaban. Figuras como Horacio Rodríguez Larreta, Miguel Ángel Pichetto y el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, han reconocido la habilidad del presidente para negociar y llegar a acuerdos, a pesar de su retórica anti-establishment.
Pragmatismo y Supervivencia Política
La clave del éxito de Milei ha sido su capacidad para priorizar la estabilidad y la reducción de la inflación por sobre la implementación de su programa radical. Mediante una combinación de herramientas heterodoxas, como el mantenimiento del cepo cambiario, el dólar blend para exportadores y la intervención directa del Banco Central, el gobierno ha logrado fortalecer el peso y contener el alza de precios.
Esto se ha logrado a costa de ceder en algunas de sus propuestas más ambiciosas, como la privatización de empresas emblemáticas como Aerolíneas Argentinas y la reducción del poder de los sindicatos. La ley Bases, aprobada en una versión sensiblemente reducida, es un claro ejemplo de este pragmatismo.
Consolidación de Apoyos y Construcción de Poder
Lejos de la confrontación total, el gobierno de Milei ha optado por una estrategia de construcción de poder a través de alianzas y negociaciones. La distribución de Adelantos del Tesoro a los gobernadores y el nombramiento de figuras como Patricia Bullrich y Luis Caputo en áreas clave, han sido claves para afianzar su control y evitar desbordes sociales.
Incluso en el Congreso, donde Milei carecía de una mayoría, ha logrado aprobar la ley Bases en una versión reducida, gracias a una hábil negociación con diversos sectores. Este estilo de ejercicio del poder, que algunos han comparado con los gobiernos peronistas, le ha permitido gobernar sin aprobar un presupuesto en dos años.
Riesgos y Desafíos Pendientes
A pesar de estos logros, el gobierno de Milei enfrenta enormes riesgos y desafíos. La caída en el producto, el aumento de la pobreza y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones son indicadores que ponen en duda la sostenibilidad de su modelo económico.
Además, la estrategia exterior del gobierno, que se ha alineado con Estados Unidos pero ha apostado contra su presidente, y su relación pragmática con China, también entrañan grandes riesgos que deberán ser sorteados en los próximos años.
En resumen, el primer año de Javier Milei en la presidencia ha estado marcado por una combinación de audacia y pragmatismo, en la que ha logrado sortear las limitaciones de su programa y consolidar apoyos, pero a costa de ceder en algunas de sus propuestas más radicales. El futuro del gobierno dependerá de su capacidad para mantener este delicado equilibrio y enfrentar los desafíos que se avecinan.