La decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de derogar Roe v Wade en 2022 marcó un punto de inflexión en la larga batalla por los derechos reproductivos en el país. Después de casi 50 años de jurisprudencia que garantizaba el aborto sin causales, la sentencia Dobbs v Jackson abrió la puerta a que los estados prohibieran o restringieran severamente la interrupción voluntaria del embarazo.
Si bien la mayoría de los votantes estadounidenses apoya el derecho al aborto, los resultados de las elecciones de 2022 mostraron una paradoja: los mismos electores que ratificaron el aborto en referéndums estatales también eligieron a candidatos republicanos que se jactaban de haber logrado derogar Roe v Wade. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción?
La estrategia cambiante de Trump
Al inicio de su campaña, el entonces candidato republicano Donald Trump prometía nombrar jueces ultraconservadores que terminarían con el aborto. Y así lo hizo, con los votos decisivos de esos magistrados para derogar Roe v Wade. Pero luego, en una movida táctica, Trump cambió de postura y se opuso a una prohibición nacional del aborto, dejando el tema en manos de cada estado.
Esta postura salomónica desarmó la apuesta de la candidata demócrata Kamala Harris de defender los derechos reproductivos, y liberó a los votantes para enfocarse en otros temas que favorecían más a Trump, como la economía.
Así, los mismos electores que apoyaron el aborto en referéndums también eligieron a Trump, quien se jactaba de haber logrado derogar Roe v Wade. Una hábil maniobra de campaña parece haber sido clave para este resultado aparentemente contradictorio.
El impacto de Dobbs v Jackson
Después de la sentencia Dobbs, la batalla por los derechos reproductivos se trasladó al plano legislativo. En 13 estados el aborto está totalmente prohibido, y en 4 más está limitado a las primeras 6 semanas de gestación. Esto ha tenido un impacto desproporcionado en las mujeres más vulnerables, que enfrentan mayores barreras de acceso.
Incluso en estados donde el aborto sigue siendo legal, se han multiplicado los casos de mujeres que no pudieron recibir atención médica durante crisis obstétricas, debido al temor de los profesionales de violar las nuevas leyes. La decisión Dobbs no solo afectó el aborto, sino también el derecho a la salud de las mujeres.
Nuevas estrategias para limitar el acceso
Mientras los activistas proaborto buscan garantizar el derecho, los grupos antiaborto se han frustrado por la negativa de Trump a una prohibición nacional. Pero ahora apuntan a limitar el acceso de otras formas, como aumentar regulaciones para medicamentos abortivos, requerir consultas presenciales, o restringir la financiación de organizaciones que brindan servicios reproductivos.
Con la composición del nuevo gobierno, los defensores de los derechos reproductivos miran con preocupación la posibilidad de que estas iniciativas avancen, de la mano de figuras como Ed Martin o Pam Bondi, que podrían ocupar cargos clave.
La batalla por proteger los derechos reproductivos no pasa solamente por la legalización o no del aborto: hay un sinfín de limitaciones que carcomen el acceso al derecho, incluso en situaciones donde se puede obtener legalmente.
En este escenario, la aparente moderación de Trump sobre el aborto podría ser solo una distracción, mientras sus aliados políticos buscan avanzar con una agenda centrada en la ideología de la familia patriarcal.
