Cada año, la Familia Real Británica se reúne en la finca de Sandringham, en Norfolk, para celebrar las fiestas de Navidad. Sin embargo, una tradición poco conocida de los Windsor ha puesto el foco en el pequeño príncipe Louis, el hijo menor de Kate Middleton y el príncipe William.
Durante el tradicional almuerzo navideño de la realeza, el príncipe Louis, de 6 años, no podrá sentarse a la mesa principal con sus padres y hermanos. En su lugar, deberá disfrutar de su comida en una sala cercana, junto a otros niños de la familia.
Según reveló el exjugador de rugby Mike Tindall, esposo de la princesa Zara Tindall, esta división entre adultos y niños es una práctica común en las reuniones masivas de la Familia Real, que pueden llegar a contar con hasta 70 asistentes.
La Razón Detrás de esta Tradición
El objetivo de esta peculiar costumbre es garantizar que los adultos puedan disfrutar de una comida tranquila y mantener el tono formal del evento, mientras que los más pequeños tienen la libertad de ser ellos mismos en un entorno menos estructurado.
Si bien puede parecer una regla muy estricta, Tindall destacó que esta división no es inusual en las reuniones de la realeza, donde se busca preservar la etiqueta y el protocolo.
La Evolución de la Tradición
Es importante señalar que esta tradición no es permanente. Se espera que, con el tiempo, el príncipe Louis también se una a la mesa principal, una vez que sea considerado lo suficientemente mayor para mantener la compostura y sentarse con los adultos.
De hecho, sus hermanos mayores, el príncipe George y la princesa Charlotte, también tuvieron que seguir esta tradición cuando eran más pequeños.
Una Práctica Común en la Realeza
Esta división entre adultos y niños en las comidas de la Familia Real no es exclusiva de los Windsor. Es una práctica común en las reuniones masivas de la realeza, donde se busca preservar la formalidad y el protocolo, mientras se permite a los más pequeños disfrutar de un entorno más relajado.
Si bien puede parecer una regla estricta, esta tradición refleja la importancia que la Familia Real británica otorga a la etiqueta y la preservación de sus costumbres ancestrales.