Mariano Martínez se encuentra en un excelente momento, tanto a nivel profesional como familiar. Padre de Olivia, Milo y Alma, el actor habla sobre cómo acompaña a sus hijos en el desarrollo de sus sueños, sin perder de vista la importancia de que disfruten de su infancia y adolescencia.
Olivia, de 15 años, ya ha tenido algunas participaciones como actriz y sueña con brillar en el mundo del espectáculo. Martínez revela que su hija mayor le ha expresado su deseo de irse a Estados Unidos a los 18 años para formarse como actriz. Aunque emocionado por la idea, el actor mantiene una actitud reflexiva: No quería que arranque a trabajar de chica porque trabajo es trabajo. Más allá de que le pueda gustar o no, hasta que lo empiezan a hacer no tienen noción de las exigencias que tiene.
Acompañando los sueños con sabiduría
A pesar de su sensibilidad como padre, Martínez sabe que debe guiar a sus hijos con prudencia. Cuenta que acompañó a Olivia en un corto que finalmente no se concretó, pero que ella manejó la situación con mucha naturalidad. Obviamente que yo la voy a acompañar y cuidar siempre. Lo mismo con todos mis hijos. Con Alma también lo hago. Acompaño, pero tengo cuidado.
En cuanto a sus otros hijos, Martínez revela que Alma también le ha expresado interés por el mundo del espectáculo, mientras que Milo se ha enfocado en ser jugador gamer, algo que el actor apoya y fomenta. Hay tiempos que no vuelven y ahora tienen que disfrutar sin presiones extras.
Forjando relaciones sólidas
Más allá de las aspiraciones de sus hijos, Martínez destaca la importancia de mantener una relación cercana y de confianza con ellos. Describe su vínculo con Olivia como hermoso
, donde pueden hablar de todo y acompañarse en los momentos más simples. Esos son los más importantes y muchas personas lo dejan pasar y son los que forjan tu relación para siempre con tus hijos y forjan a ellos como personas. Es lo principal.
A sus 46 años, Mariano Martínez se muestra como un padre comprometido, que busca equilibrar los sueños de sus hijos con la necesidad de que disfruten de su infancia y adolescencia. Una lección de sabiduría y amor paternal.
