El Río Paraná no es solo una hidrovía, sino un sistema vital que alberga una riqueza ecológica y cultural inigualable. Más allá de los 12 mil millones de dólares en juego, esta disputa pone en tela de juicio la capacidad de la sociedad argentina de vincularse de manera sostenible con sus recursos hídricos.
Más que un Río, un Legado Milenario
El Paraná es un río aluvial, de poca pendiente, que a lo largo de miles de kilómetros ha creado un delta dinámico y una cuenca de inundación que alberga una biodiversidad excepcional. Este cuarto sistema fluvial más grande del mundo es hogar de más de 100 millones de personas, cuyo bienestar está intrínsecamente ligado a la salud de este ecosistema.
Sin embargo, la visión reduccionista que ve al Paraná como una mera “autopista líquida” para la exportación de commodities amenaza con alterar irreversiblemente este delicado equilibrio. El dragado excesivo, la contaminación y la fragmentación del río ponen en riesgo la identidad cultural de las comunidades que dependen de él.
La Disputa por el Control Geopolítico
Detrás de la licitación de la hidrovía se esconde una batalla geopolítica por el control de este nodo estratégico de exportación. Desde gobiernos, empresas y organismos internacionales, todos buscan asegurar su participación en este negocio multimillonario.
Mientras que gobernadores y cámaras empresariales presionan por una licitación rápida y más profunda, las organizaciones ambientales y sociales denuncian un ecocidio en ciernes. La injerencia de actores extranjeros, como Estados Unidos y empresas chinas y europeas, agrega una capa más de complejidad a este conflicto.
Reconstruir Vínculos con Nuestros Ríos
Frente a esta encrucijada, surge la necesidad de repensar la relación de la sociedad argentina con sus ríos. Más allá de los intereses económicos, es imperativo recuperar el derecho al acceso público, crear reservas naturales y regular el impacto ambiental de las actividades que se desarrollan en torno al Paraná.
Historias como la de Luis “Cosita” Romero, quien en los ’90 lideró una travesía de protesta contra la represa de Yacyretá, inspiran a una nueva generación de activistas fluviales que buscan reconstruir los vínculos comunitarios con este legado natural y cultural.
El futuro del Río Paraná no se define solo en las mesas de negociación, sino en la capacidad colectiva de imaginar y construir modelos de desarrollo sostenible que preserven la integridad de este gigantesco río marrón.