La Evolución de la Ayuda al Desarrollo: De la Caridad a la Estrategia Comercial

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La Ayuda al Desarrollo en Transición

Desde 1945, la ayuda al desarrollo se ha erigido como un instrumento central para que los países más prósperos cumplan diversos objetivos: incrementar su soft power, realizar ingeniería social en los receptores, brindar ayuda humanitaria y conectar la oferta de empresas nacionales con la demanda de los donantes. Sin embargo, los efectos de estos esfuerzos han sido, en el mejor de los casos, moderados.

Si bien en ciertas circunstancias la ayuda ha salvado vidas, como con el Plan Presidencial de Emergencia para Alivio del SIDA (PEPFAR) o la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI), en otros casos ha servido para contener poblaciones golpeadas por el cambio climático, la violencia o la falta de un Estado organizado, o incluso para llenar cuentas bancarias offshore.

El Cuestionamiento de la Legitimidad

Hoy, la legitimidad del régimen de cooperación internacional está bajo fuego. Líderes como Elon Musk y Donald Trump han criticado duramente a los trabajadores de la ayuda, mientras que en el Reino Unido, Keir Starmer ha reducido el presupuesto destinado a este fin. Incluso en Bruselas, los fondos se ven drenados por la guerra en Ucrania y la crisis migratoria.

Pero no todo se debe a Ucrania o Trump. El tipo de ayuda también está cambiando, con un mayor énfasis en asuntos globales como el cambio climático y los refugiados, en detrimento de la reducción de la pobreza. Economistas como Dambisa Moyo han cuestionado la efectividad de la ayuda, argumentando que perpetúa la pobreza en lugar de aliviarla.

De la Caridad al Pragmatismo Comercial

En este clima cada vez más hostil, el sistema de ayuda al desarrollo parece estar ingresando en el radar de la geopolítica antes que en el de la economía y las instituciones. El populismo de derecha lo ha convertido en una “bestia negra”, un lujo prescindible en tiempos de crisis fiscal y descontento doméstico.

En un mundo cada más transaccional, la idea de la ayuda desinteresada está llegando a su fin. Los países donantes están adoptando un modelo más comercial, con inversiones en empresas y financiamiento de proyectos con rentabilidad esperada. Esto tiene precedentes en la Guerra Fría, cuando la ayuda occidental era un instrumento para ganar aliados y abrir mercados, y en los años 80 y 90, cuando se usó para impulsar reformas de mercado.

El Futuro de la Cooperación Internacional

Si bien el retroceso de los países del norte global no significa necesariamente que China y Rusia llenen el vacío de la misma manera, sus intereses son más estrictamente comerciales y políticos. Muchos países emergentes ya ven la ayuda al desarrollo como algo del pasado, como afirmó Ngozi Okonjo-Iweala, directora de la OMC.

La respuesta podría estar en el modelo emergente de “ayuda con beneficios”, donde las inversiones reemplazan a los subsidios y la rentabilidad compartida sustituye a las donaciones. La era de la caridad puede estar muriendo, pero la ayuda como estrategia, aunque disfrazada de pragmatismo, está lejos de desaparecer.

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