Cuando Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco en 2013, pocos imaginaban que su papado duraría más de una década. Contra los pronósticos iniciales, Francisco logró posicionar al catolicismo como un actor relevante frente a los desafíos sociales y políticos del siglo XXI.
Renovación de la Doctrina Social Católica
Durante su pontificado, Francisco llevó a cabo una actualización de la doctrina social católica, enfocándose en el “cuidado de la casa común” y denunciando el crecimiento de la desigualdad social. Además, puso en marcha un proceso de debate y discernimiento sobre la propia Iglesia a través del Sínodo de la Sinodalidad, cuyas conclusiones se alcanzaron en 2024.
Una Iglesia de Puertas Abiertas
El cambio más audaz y desafiante propuesto por Francisco fue en la propia definición de Iglesia. Defendió una Iglesia de “puertas abiertas”, donde nadie puede ser excluido. Esta posición enfureció a los sectores conservadores, quienes preferirían una Iglesia exclusiva y amurallada.
La Misericordia como Eje Central
La palabra clave que mejor resume la visión de Francisco sobre la Iglesia es misericordia. En numerosas ocasiones, demostró su capacidad de discernir sobre la realidad y acoger a todos, sin juzgar ni pedir credenciales. Ejemplos de esto son sus encuentros con un niño que perdió a su padre ateo, el sacerdote James Martin y su comunidad LGBTQ+, y mujeres presas a quienes lavó y besó los pies.
Tensiones Internas y Legado Duradero
Dentro de la Iglesia, las tensiones crecieron entre los sectores tradicionalistas, que acusaron a Francisco de “relativismo teológico”, y los progresistas, que consideraron que se hizo demasiado poco. Sin embargo, teólogos como Víctor Fernández y Emilce Cuda destacaron la capacidad del papa para fortalecer la cultura de diálogo y apertura, lo cual es más importante que los cambios concretos.
Al final de su pontificado, en 2024, Francisco afirmó que espera ser recordado por la misericordia de Dios que lo guió, una misericordia que desea transmitir a toda la Iglesia y al mundo. Su legado de una Iglesia abierta, inclusiva y centrada en el amor transformará al catolicismo en las décadas venideras.
