Francisco, el actual Papa, es un líder cristiano que ha emprendido una misión de restauración espiritual. Lejos de ser un conservador acomodado, Francisco ha demostrado ser un revolucionario que no teme desafiar los límites y salir de su zona de confort para defender los valores evangélicos.
Proveniente del humilde barrio de Flores en Argentina, Francisco ha recorrido un camino extraordinario que lo ha llevado a convertirse en uno de los defensores más apasionados de la dignidad humana en el mundo actual. Desde las barriadas populares hasta las empresas recuperadas, ha sido un incansable testigo de la lucha por la justicia social, denunciando la corrupción y la indiferencia como pecados tan perniciosos como el odio.
A diferencia de aquellos que se vuelven conservadores y acomodaticios a medida que se acercan al poder, Francisco ha demostrado ser un hombre fiel a sus convicciones. Lejos de ser un refundador o un librepensador sin doctrina, Francisco se ha erigido como un restaurador de los verdaderos valores evangélicos, aquellos que se remontan a las enseñanzas de Jesús hace casi dos mil años.
Volviendo a las Raíces Esenciales
Francisco no ha venido a innovar por innovar, sino a restaurar lo que siempre estuvo ahí, pero que había sido ocultado por los intereses de muchos. Su mensaje es claro: “Lean Mateo 25, lean las Bienaventuranzas, ahí está el resumen de todo”. Ahí aparecen una y otra vez los pobres, pues Francisco es un “pobrista” porque es cristiano.
Pero Francisco no se ha limitado a predicar solo a los creyentes. Como San Pablo, ha sabido compartir estos principios de vida con quienes no comparten su fe, utilizando un lenguaje universal, simple, popular y profundamente humanista. Ha encontrado en el grito de los pobres y de la tierra el mismo clamor, denunciando la presencia del Maligno que hace gemir a ambos.
Un Faro de Esperanza en Tiempos Oscuros
Francisco nos ha alertado sobre “la tentación de lo negativo” y esa actitud lacrimosa de convertirnos en “coleccionistas de injusticias”. En su lugar, nos ha invitado a reactivar la esperanza evangélica y la disposición de lucha de los cristianos. Sus documentos, homilías y discursos son herramientas culturales que nos brindan los lineamientos de vida y acción que necesitamos para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo.
En un momento de oscurantismo deshumanizante, Francisco se ha erigido como uno de los grandes de la historia, un extraordinario hombre común que se ha convertido en el mayor defensor de la dignidad humana. Su legado es el de un líder cristiano revolucionario que ha restaurado los valores esenciales de nuestra fe, convirtiéndose en un faro de esperanza para quienes luchan por un mundo más justo y solidario.
