Christina Onassis, la heredera de un vasto imperio, se enfrentó a una lucha personal contra los trastornos alimenticios, la ansiedad y la depresión que marcaron su vida. Criada bajo la sombra de su padre, Aristóteles Onassis, y rodeada de mujeres esbeltas y glamorosas, su cuerpo se convirtió en su mayor inseguridad.
Desde temprana edad, Christina se sometió a innumerables regímenes alimenticios, algunos supervisados por médicos y otros diseñados por gurúes de la belleza, en un desesperado intento por encajar en los estándares del jetset internacional. Su obsesión por el control de su peso la llevó a pasar por reiteradas internaciones en exclusivas clínicas europeas, donde se sometía a planes restrictivos y tratamientos de desintoxicación que la dejaban debilitada y emocionalmente exhausta.
Pero la lucha de Christina no se limitaba a las dietas estrictas. También recurrió a un cóctel de medicamentos que incluía anfetaminas, ansiolíticos y somníferos, en un intento por controlar su apetito, calmar la ansiedad y conciliar el sueño. Los informes médicos revelaron que en sus últimos días, Christina consumía estas sustancias en dosis peligrosamente elevadas.
A pesar de los esfuerzos, la brusca pérdida de peso y la fragilidad emocional que no pudo superar terminaron por cobrar un alto precio. El 19 de noviembre de 1988, a los 37 años, Christina Onassis fue encontrada sin vida en la bañera de la casa de su amiga Marina Dodero. Oficialmente, se habló de un edema pulmonar, pero la combinación de medicamentos y el desgaste físico generado por su régimen de vida dejaron pocas dudas: su cuerpo no resistió más.
En palabras de su último amor, Jorge Tchomlekdjoglou, Christina “estaba bajando casi medio kilo por día” y tenía intenciones de someterse a cirugías estéticas para “recuperar el terreno perdido”. Según sus amigos, su ansiedad fue más fuerte que el amor que le ofrecieron, incluido el de su exesposo, Thierry Roussel, quien la describió como una mujer de “belleza interior admirable e hipersensible”.
La trágica historia de Christina Onassis es un recordatorio de la devastadora batalla que muchas personas enfrentan contra los trastornos alimenticios, la ansiedad y la depresión, incluso cuando cuentan con los recursos y privilegios de una vida aparentemente perfecta. Su legado nos recuerda la importancia de abordar estos desafíos con compasión y de brindar el apoyo necesario a quienes luchan por encontrar el equilibrio y la paz interior.