En el corazón del noroeste de Santa Cruz, la mina de oro y plata de Cerro Negro se alza como un sacacorchos que penetra la tierra, un corredor de tránsito pesado hacia las entrañas del subsuelo. Pero detrás de esta actividad minera, se esconden historias de vidas perdidas, de familias destrozadas y de una lucha incansable por la verdad y la justicia.
El Accidente Fatídico de Rosana y Daniel
El 9 de abril de 2024, Rosana Ledesma, una ingeniera de 48 años, y Daniel Ochoa, un operario de 26, descendieron a las profundidades de Cerro Negro, sin saber que el nivel 475 había sido clausurado cuatro días antes por razones de seguridad. Nunca más volvieron a salir.
La escena que encontraron los equipos de rescate fue desgarradora: la camioneta con la puerta abierta, y los cuerpos de Rosana y Daniel, víctimas de la asfixia por inhalación de gases tóxicos. Habían quedado a solo 70 metros del umbral de entrada al túnel, sin poder llegar a ver los carteles que indicaban “prohibido pasar”.
La investigación posterior reveló una serie de irregularidades y negligencias por parte de la empresa Newmont, propietaria de la mina, así como del personal de seguridad y de los propios trabajadores. Desde la falta de un sistema de monitoreo y detectores de gases, hasta la desaparición de grabaciones clave, todo apuntaba a una cadena de errores que costó la vida de Rosana y Daniel.
La Lucha por la Verdad y la Justicia
La hermana de Daniel, Gisela Ochoa, se ha convertido en la cara visible de esta tragedia, luchando incansablemente por llegar a la verdad y que se asignen responsabilidades. Sin embargo, se enfrenta a un muro de silencio y miedo entre los trabajadores, quienes temen represalias si hablan.
La causa judicial avanza lentamente, con el fiscal Ariel Candia señalando múltiples irregularidades, pero aún sin poder determinar responsabilidades penales. La empresa, por su parte, ha sido reticente a proporcionar información y ha sido acusada de borrar pruebas y eliminar registros.
La Sombra de la Minería en Perito Moreno
Perito Moreno, el pueblo más cercano a Cerro Negro, es testigo de los altibajos de la actividad minera. Mientras algunos jóvenes ven en la minería la única opción para “armarse” económicamente, otros lamentan las trabas y complicidades que dificultan su acceso a estos empleos.
La riqueza que genera la minería parece esfumarse, dejando poco en el pueblo. Y los accidentes, lejos de ser un hecho aislado, se han repetido en los últimos años, con nuevos incidentes que ponen en evidencia problemas de ventilación y seguridad que la empresa aún no ha logrado resolver.
La sombra de la minería se cierne sobre Perito Moreno y la región, con una historia de vidas perdidas que clama por justicia y cambios en un sector que parece priorizar los beneficios económicos por sobre la seguridad y el bienestar de los trabajadores.