La Verdad Detrás de la Escasez: Cómo la Desigualdad Alimenta el Autoritarismo

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La Paradoja de la Abundancia y la Escasez

En un mundo de avances tecnológicos y crecimiento económico sin precedentes, ¿cómo es posible que tantos ciudadanos experimenten una sensación generalizada de escasez y desorientación? La respuesta se encuentra en la creciente desigualdad y la incapacidad de los sistemas políticos para distribuir los beneficios de la globalización de manera equitativa.

Tal como señala el economista John Maynard Keynes, la “edad dorada” de la globalización de principios del siglo XX se caracterizaba por una sensación de abundancia y seguridad. Sin embargo, la ruptura de este proyecto de prosperidad compartida abrió la puerta a los autoritarismos del siglo XX, alimentados por la retórica de la escasez y la promesa de un “rejuvenecimiento nacional”.

La Semántica de la Escasez y el Auge de los Nuevos Populismos

Hoy, la semántica de la escasez vuelve a dominar el discurso político, con líderes como Donald Trump acusando a sus socios comerciales de “robar” empleos y riqueza a Estados Unidos. Esta narrativa, que culpa a los “otros” (inmigrantes, países pobres, etc.) de los problemas económicos, encuentra eco en una población cada vez más desorientada por los efectos de la globalización.

Según el politólogo Collin Crouch, el malestar de los trabajadores con la globalización se debe a la incapacidad de los partidos políticos tradicionales para entender y abordar los verdaderos desequilibrios generados por el proceso de deslocalización industrial y la competencia global. Esto ha permitido que los populismos autoritarios se apropien de estas preocupaciones, ofreciendo soluciones simplistas y xenófobas.

La Concentración de la Riqueza y la Pérdida de Oportunidades

Pero la verdadera causa de la sensación de escasez no se encuentra en los países pobres o en los inmigrantes, sino en la creciente concentración de la riqueza dentro de las propias economías avanzadas. Tal como muestra el senador Bernie Sanders, en los últimos 30 años el 10% más rico de Estados Unidos ha visto su riqueza pasar de 52 a 200 billones de dólares, mientras que la mitad más pobre ha quedado cada vez más rezagada.

Esta polarización económica, unida a la pérdida de oportunidades y la sensación de inseguridad, es el caldo de cultivo perfecto para el auge de los nuevos populismos. Lejos de resolver los verdaderos desequilibrios, estos movimientos se nutren de la retórica de la escasez y la xenofobia, ofreciendo soluciones ilusorias que solo profundizan la crisis.

Hacia una Globalización más Justa y Democrática

La salida a esta encrucijada pasa por abordar los desequilibrios reales de la globalización, no a través de la destrucción del orden internacional, sino mediante la construcción de un marco normativo que garantice una integración económica más equitativa y democrática. Esto implica considerar cuestiones como los derechos laborales, las regulaciones ambientales y la protección social, en lugar de caer en el simplismo del “América primero”.

Solo así podremos recuperar la sensación de abundancia y seguridad que caracterizó a la “edad dorada” de la globalización, y evitar que los fantasmas del autoritarismo y la xenofobia sigan acechando nuestras sociedades.

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