Cuando la Impotencia se Vuelve Acción: Cómo Enfrentar el Auge de la Ultraderecha

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Milei parecía todo iniciativa, mientras la oposición se replegaba. Pero la actual parálisis presidencial, multiplicada por su entrega al FMI, obliga a recalcular la economía de las fuerzas. La debilidad del gobierno ha alineado la oposición parlamentaria, la protesta social y un sindicalismo que convocó el tercer paro general. Esta impotencia de las mayorías no es simétrica a la de los poderosos, sino una fuerza vital impedida que cultiva memorias, saberes y estrategias para su activación futura.

Vivimos en una época de prepotencia quebradiza y parálisis frenética, donde nuestro poder sobre la naturaleza y la sociedad es tan grande que desencadena fuerzas que amenazan destruirnos. El Antropoceno y el auge de las nuevas derechas son fenómenos concurrentes de este tiempo de hiperconcentración del poder y los recursos, reunidos en un recalentamiento de la guerra a nivel global.

La estrategia implacable de Milei de acelerar en toda curva, duplicar toda apuesta y provocar permanentemente, reinstaló la idea de la eficacia y el primado de lo político, todo lo que había faltado en el gobierno anterior. Pero esa audacia inagotable no brotaba sino de la fuente límpida de su debilidad, y la aceleración era menos un plan a largo plazo que el permanente aplazamiento de un cortoplacismo sin norte.

La crisis del aceleracionismo libertario le llega con la velocidad justiciera de su propia lógica: “lo mismo, pero más rápido” era, también, chocarla antes de tiempo. Hoy, cuando la invulnerabilidad del gobierno es cuestionada desde todos los frentes, se deja ver que esa audacia no era más que el permanente aplazamiento de su impotencia.

La emergencia de las nuevas derechas se maceró en un clima social que combina de manera confusa y explosiva sentimientos contradictorios: por un lado, un hartazgo con lo dado que alienta transformaciones; por otro, una resignación ante la ausencia de perspectivas de cambio real. Esta combinación de rebeldía y resignación ha habilitado la extraña alianza entre ultrarricos y ultraprecarizados en un proyecto que enlaza pulsiones antisistema y consolidación de un deep establishment recargado.

La serie “Adolescencia” expresa de manera sugerente este clima de época de fuerzas impedidas y acciones fallidas, donde el asesinato funciona como revés perfecto de la impotencia y su signo mayor. El neofascismo ofrece la violencia de la acción como compensación por la imposibilidad de cambiar nada, instrumentando la movilización de violencias que garanticen agitación en medio de la inmovilidad.

Hoy hay un impasse en el aceleracionismo neofascista, una nueva fragilidad del gobierno de Milei que obliga a aprovechar esta ventana de oportunidad. La debilidad oficial ha alineado las fuerzas de la oposición parlamentaria, la protesta social y la agenda sindical, en una semana que acaso sea la más oscura para Milei desde su llegada al poder.

La unidad que necesitamos no es sólo la unidad del peronismo, sino la restauración de los puentes rotos entre deseo y acción, el despliegue del músculo de una imaginación política renovada. Mientras el peronismo resuelve su interna, un movimiento social multiforme dirime la primera línea del enfrentamiento con la ultraderecha, desbordan
do la herramienta peronista por todos lados, en la acción, el deseo y la imaginación.

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