I. Más allá de la Información: Entender es un Viaje
Informarse es indispensable, pero a veces no alcanza. Entre el malentendido, el no entender y el querer que nos entiendan, transcurre nuestra vida cotidiana. El entender cobra distintas formas y no siempre no entender es algo desdeñable, así como entender no siempre es algo propiciatorio. Hacia allí se dirige este texto: a explorar los matices y las posibilidades del no entender.
II. Aprender a Leer, no Sólo a Entender
En mis inicios en el psicoanálisis, me angustiaba mucho no entender los textos de Lacan. Pero mi maestro, Osvaldo Umérez, me enseñó que leer no es lo mismo que entender, y que en el psicoanálisis se trata de leer, de dejarse impactar por las “ricas redes de implicancias ocultas” que despiertan resonancias múltiples, incluso cuando no captamos por completo el pensamiento. Aprendí que la maestría reside más en el gesto y la enunciación que en lo que se dice.
III. Entender al Otro: ¿Comunidad o Rechazo?
Mi amiga Carina señaló que cuando alguien dice “no entiendo X”, en realidad está diciendo “no estoy de acuerdo con X”. El no entender se convierte en una marca de rechazo a la diferencia. Por el contrario, cuando alguien nos dice “te entiendo”, enseguida agrega “a mí me pasó lo mismo”, buscando una ilusión de mismidad. Pero el asunto del otro nunca es lo mismo que el nuestro. Un analista no entiende al paciente, se abstiene de compartir un sentido común para que el análisis sea posible.
IV. Contra las Fórmulas Simplistas del Entendimiento
Abundan en las redes sociales los pretendidos “exégetas del mundo” que venden fórmulas sencillas para entenderlo todo, desde arreglar un lavarropas hasta hacer un duelo. Ellos creen saber porque creen entender, pero la vida es, en su mayor parte, inentendible. No existe una escuela que enseñe a vivir, lo sabemos por Serú Girán y por estar vivos.
V. Cuando Entender no Alivia
Es cierto que entender cómo funcionan las cosas puede aliviar, como cuando un electricista o un médico nos explican un problema. Pero hay situaciones en las que entender no alcanza ni alivia, como cuando alguien tiene un miedo, una fobia o una imposibilidad. Nuestros síntomas, inhibiciones o angustias no están hechos para ser entendidos, sino que pueden ser una respuesta a lo inentendible del dolor de existir.
VI. Desentenderse: La Transferencia y la Liberación del Otro
Me gusta la noción de desentenderse, no en el sentido de que no me importe, sino de que eso no sea un impedimento, que no sea determinante para mis actos. Jean Allouch relacionó el desentenderse con la transferencia analítica, cuando el paciente puede hablar sin estar asediado por lo que piensa el analista. La transferencia no es personal, el análisis transcurre en un “entre dos” que no es dos personas.
VII. El Malentendido como Posibilidad
La frase “hablando la gente se entiende” es una ilusión neurótica. Si algo pasa cuando nos ponemos a hablar, es que nos malentendemos. Pero el malentendido, como señaló Jorge Jinkis, no es una detención sino lo que nos posibilita seguir. Si hubiera comunicación absoluta y entendimiento pleno, no haría falta seguir hablándonos.
VIII. No Entender: El Camino del Intelectual
El título del último libro de Beatriz Sarlo, “No entender. Memorias de una intelectual”, me parece un hallazgo. Sarlo cuenta cómo de niña aprendía todo lo que le enseñaban, pero no entendía nada. Y que ese “no entender” fue su experiencia primera y definitiva, la promesa de la literatura y el arte, lo que la colocó frente a lo desconocido y le permitió ampliar el espacio en el que vivía y pensaba.
IX. Narrar sin Entender: La Sabiduría de la Modulación
Angélica Gorodischer sugiere que, aunque un bebé no entienda lo narrado, comprende la función de la narración. Se trata menos de lo narrado que de los efectos de la narración, de los tonos y los gestos que sí se transmiten. Uno ama al otro, por eso le habla. El deseo se escribe con palabras que aún no se entienden, pero que abren horizontes y nos permiten entrar en otros mundos.