Pepe Mujica, el expresidente uruguayo, recibió a Cenital en su casa rural a las afueras de Montevideo, en una de sus últimas entrevistas antes de su fallecimiento. En esta conversación, Mujica comparte sus pensamientos sobre su legado político, la situación de América Latina y los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones de líderes.
Construyendo una Organización Política Duradera
Para Mujica, el mayor logro de su trayectoria política fue la construcción del Movimiento de Participación Popular (MPP), el partido que fundó y que lo llevó a la presidencia de Uruguay. Lo que me importó, y por lo que peleé, fue por hacer una organización política. Los últimos 40 años de mi vida los gasté en eso. Y ahí está. Y anda bien.
Mujica se enorgullece de que su partido haya logrado mantener el poder en Uruguay, incluso después de su salida del gobierno.
El expresidente destaca la importancia de dejar un legado que trascienda a los líderes individuales. Yo toda la vida me pasé diciendo que el mejor dirigente no es el que hace más sino el que deja una vara que lo supere con ventaja. Porque las causas sociales son más largas que la vida humana.
Para Mujica, la supervivencia y el fortalecimiento del MPP son su mayor contribución a la política uruguaya.
Lecciones para las Nuevas Generaciones
Mujica advierte a los jóvenes líderes de la región sobre los peligros del ego y el apego al poder. Esa es una enfermedad humana que vos también la tenés. Cuando llegues a viejo no te vas a querer bajar. Tenelo presente. Y hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse.
Señala el ejemplo de Cristina Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia como casos en los que los líderes se aferraron al poder en detrimento de la renovación generacional.
En cuanto a los nuevos líderes progresistas como Boric y Petro, Mujica los acoge con simpatía, pero les advierte que deben aprender de los errores cometidos por su generación. Son los que trajo la historia, viste. Hay que simpatizar con ellos. Pero tienen que aprender de los errores que cometimos nosotros.
Entre estos errores, Mujica destaca la falta de coordinación y unidad entre los países de la región, lo que ha impedido avances significativos en áreas como la integración universitaria o la producción de vacunas.
La Izquierda Uruguaya y el Legado del Batllismo
Mujica define el legado de la izquierda uruguaya en términos de su capacidad para mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. No somos revolucionarios que hacen el socialismo. Pero chiroleamos más a favor de los más débiles.
Destaca que, durante los 15 años de gobierno del Frente Amplio, los salarios y las jubilaciones aumentaron más del 80%, en contraste con los 25 años de gobiernos de centroderecha, en los que apenas llegaron al 13%.
Mujica atribuye esta tendencia a la herencia del Batllismo, la corriente socialdemócrata que marcó la historia política uruguaya. Hasta el propio Lacalle Pou, siendo conservador, es un poco batllista. Porque no puede renunciar a las políticas sociales, por más de derecha que sea.
Esta tradición de moderación y compromiso con el bienestar social ha sido un sello distintivo de la política uruguaya.
Reflexiones Finales: Más Allá del Legado Personal
Cuando se le pregunta cómo le gustaría ser recordado, Mujica se muestra escéptico sobre la idea del “legado”. No existe el legado. Lo que pasa es que los seres humanos somos demasiado pretenciosos. Nos creemos el cuento de que estamos hechos a imagen de Dios.
Sin embargo, reconoce que su mayor contribución fue la construcción del MPP, que le ha permitido trascender su propia figura y dejar una huella duradera en la política uruguaya.
En sus últimos días, Mujica se enfoca en proyectos más personales, como la plantación de árboles en su propiedad. Quiero vivir un año más porque quiero plantar árboles allá arriba, en una zona que no está trabajada. Y los tengo que plantar en invierno.
Esta actitud refleja su filosofía de vida, alejada del afán de poder y más cercana a la sencillez y la conexión con la naturaleza.