La red de subterráneos de Buenos Aires se ha convertido en un campo de batalla para homenajes y cambios de nombre, dejando de lado la prioridad de brindar una experiencia de transporte eficiente y fácil de usar para los pasajeros.
Contrario a las tendencias mundiales, donde las estaciones de metro suelen llevar los nombres de hitos urbanos o calles cercanas, Buenos Aires parece haberse obsesionado con convertir su red de subte en un “conjunto de lugares para la memoria”. Episodios como el “renombramiento” de la estación Independencia a “Independencia – Santa Mama Antula” en homenaje a la primera santa argentina ponen de manifiesto esta tendencia.
Según los expertos, esta práctica de doble denominación de estaciones ha resultado “poco práctica” y de “nula o escasísima utilidad para los pasajeros”. En lugar de homenajes, se recomienda utilizar murales, esculturas y ornamentación para honrar a personajes y eventos históricos.
Diseño Visual Deficiente y Contaminación Publicitaria
Más allá de los cambios de nombre, el sistema de subterráneos enfrenta otros problemas que afectan la experiencia de los usuarios. Un estudio realizado en 2015 reveló que el mapa oficial del subte sigue un modelo similar al de Londres, con un “porteñocentrismo al mango” que dificulta la comprensión de la red.
Pero quizás el mayor desafío sea la creciente contaminación visual causada por la invasión publicitaria. Desde molinetes ploteados con marcas de tarjetas de crédito hasta “experiencias inmersivas” de marcas de gaseosas en los andenes, la publicidad atenta directamente contra la usabilidad y legibilidad del sistema.
Balcanización del Transporte Público
El problema no se limita al subte. Los trenes de larga distancia y los colectivos también han sucumbido a la publicidad, dificultando que los usuarios puedan ubicar fácilmente su destino o disfrutar del paisaje. Incluso se han implementado soluciones tecnológicas que, en lugar de mejorar la experiencia, la empeoran, como los tableros LED que alternan el número de línea con animaciones.
Esta “balcanización” del transporte público en el Área Metropolitana de Buenos Aires refleja la falta de una visión integral y la prioridad de intereses políticos y comerciales por sobre las necesidades de los pasajeros.
Mientras tanto, la expansión de la red de subterráneos se ha frenado en las últimas décadas, dejando a la ciudad con una cobertura limitada. Es hora de que las autoridades se enfoquen en mejorar la legibilidad, usabilidad y conectividad del sistema de transporte público, en lugar de malgastar recursos en cambios de nombre y contaminación visual.