Más allá de los Tabúes: Cultura y Dinero
Freud señaló que, a pesar de los avances sociales y técnicos, algunos tabúes persisten en nuestra sociedad. Temas como la muerte, la sexualidad y el dinero siguen siendo cuestiones que, si bien aparentemente familiares, encierran un carácter tabú. Esta ambigüedad se manifiesta también en la relación entre cultura y dinero, donde la sacralización de los trabajadores culturales choca con la realidad de sus necesidades económicas.
El Dinero: Tabú y Necesidad Cotidiana
El dinero es un elemento omnipresente en nuestra vida diaria, pues, como señala Christian Ferrer, “la maquinaria social está construida en torno de ambiciones, del eros universal que es el dinero”. Sin embargo, en determinados contextos, el dinero tiende a esconderse, a eludirse, a enmascararse en eufemismos. Esta paradoja de la presencia y la ausencia del dinero termina, paradójicamente, por invisibilizarlo.
La Sacralización del Trabajador Cultural
Existe una tendencia a sacralizar y mistificar ciertos trabajos, especialmente en el ámbito de la cultura, la educación y la salud. Se crea la imagen del trabajador cultural como un ser “puro”, ajeno a las necesidades mundanas del dinero. Esta visión idealizada choca con la realidad de que estos profesionales, al igual que cualquier otro, necesitan ingresos para cubrir sus gastos y vivir. La figura de Jorge Luis Borges, presentado a veces como un “aerolito” que no se ensuciaba las manos con el dinero, es un ejemplo de esta sacralización que Piglia se encargó de desmentir.
Eufemismos y Retórica Vacía
Cuando se trata de solicitar trabajos en el ámbito cultural, es común encontrar una retórica llena de eufemismos y adulaciones que evitan mencionar el tema del dinero. Expresiones como “sería un honor”, “que una persona de su trayectoria” o “que alguien de su prestigio” buscan enmascarar la realidad de que se está demandando un trabajo sin ofrecer una remuneración adecuada. Esta retórica de la “buena vibra” y la cultura Starbucks, donde todos somos “Agus”, “Ale” y “Lau”, esconde la asimetría entre quienes ofrecen y quienes realizan el trabajo.
Rompiendo el Silencio: Voces que Visibilizan el Trabajo Cultural
Afortunadamente, hay algunas voces que se han atrevido a romper el silencio y hablar abiertamente sobre la relación entre cultura y dinero. Rosario Bléfari, con su “Diario del dinero”, registra minuciosamente sus ingresos y gastos, desacralizando la figura del artista. Kike Ferrari también aborda este tema en entrevistas, señalando que “escribir es un trabajo” y cuestionando la idea romántica de la literatura. Leticia Martin, por su parte, ha denunciado públicamente que cobra lo mismo desde hace seis meses, pero que lleva ese mismo tiempo sin recibir sus pagos.
La Cultura como Motor del Crecimiento Económico
El economista Santiago Lago ofrece una perspectiva interesante al señalar que desfinanciar la cultura, considerándola improductiva, puede amenazar el verdadero crecimiento económico. Lago argumenta que son las ideas, la creatividad humana, la que genera invenciones e innovaciones, y que, por lo tanto, la cultura es fundamental para el desarrollo económico de un país.
Resistiendo la Naturalización: Pequeños Gestos de Reivindicación
Si bien no se trata de rechazar todo trabajo gratuito, es importante resistir la naturalización de la idea de que el amor al arte o la vocación justifican la falta de remuneración. Quizás se trate de atravesar la incomodidad y mencionar el tema del dinero, incluso cuando incomode a quienes solicitan el trabajo. Como señala Germán García, citando a Freud, “Sólo la muerte es gratis”.
Conclusión: Hacia un Reconocimiento del Trabajo Cultural
La relación entre cultura y dinero es un tema complejo y extenso, que ha sido abordado por diversos autores como Remedios Zafra, Alejandra Laera y Tamara Tenenbaum. Es fundamental visibilizar y reivindicar el trabajo de los profesionales de la cultura, reconociendo su valor económico y social, y evitando la sacralización que los aleja de la realidad de sus necesidades materiales.