Las Comunas de Buenos Aires: ¿Oportunidad Perdida para la Democracia Participativa?

Must read

Las comunas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) fueron concebidas como una forma de acercar el gobierno a los ciudadanos y fomentar la participación democrática a nivel local. Sin embargo, a más de 15 años de su creación, estas divisiones territoriales se han convertido en una cáscara vacía, con atribuciones ambiguas y escasos recursos para incidir realmente en la gestión urbana.

El Nacimiento de las Comunas

Las comunas fueron establecidas en la Constitución porteña de 1996, en un contexto de crisis de representación de los partidos políticos y bajo la influencia de las asambleas populares surgidas durante la crisis de 2001. La idea era crear pilares de participación ciudadana, donde los vecinos pudieran incidir en las decisiones que afectan a sus barrios.

Sin embargo, el camino de las comunas hacia la realidad fue lento y accidentado. Hubo debates sobre la cantidad de comunas y sus atribuciones, con algunos queriendo más descentralización y otros temiendo un excesivo crecimiento burocrático. Finalmente, se optó por 15 comunas de aproximadamente 200.000 habitantes cada una.

Las Comunas en la Práctica

En la práctica, las comunas se han convertido en órganos con funciones difusas y escasos recursos. Sus presidentes y comuneros, elegidos cada cuatro años, tienen atribuciones limitadas y poca autonomía presupuestaria. Tareas como el mantenimiento de vías secundarias o la planificación de intervenciones en el territorio siguen siendo competencia del gobierno central.

Además, el gobierno porteño ha implementado iniciativas de participación ciudadana que desconocen a las comunas, como el programa BA Elige o los Cafés con Vecinos del jefe de gobierno. Esto genera inequidades entre comunas ricas y pobres, ya que no todas las personas tienen la misma disponibilidad de tiempo para participar.

¿Pueden las Comunas Reconciliarnos con la Democracia?

Expertos señalan que para que las comunas puedan cumplir su rol de acercar el gobierno a los ciudadanos, es necesario dotarlas de funciones reales y recursos suficientes. De lo contrario, seguirán siendo una cáscara vacía, donde los comuneros se limitan a recoger y activar demandas vecinales sin poder incidir en la toma de decisiones.

El ejemplo de otras ciudades, como Barcelona o la Ciudad de México, muestra que los órganos de gobierno de cercanía pueden ser semilleros de líderes y oxigenar a los partidos con caras e ideas nuevas. Pero para ello, es necesario que las comunas porteñas tengan verdadero peso político y presupuestario.

More articles

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Latest article