En un mundo cada vez más afectado por los efectos del cambio climático, las inundaciones se han convertido en una amenaza cada vez más grave y recurrente. Detrás de este fenómeno se encuentra un factor clave: el calentamiento de los océanos.
El Papel Crucial del Océano
Los océanos desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima global. Absorben más del 90% del exceso de calor emitido a la atmósfera por la actividad humana y capturan aproximadamente el 30% de las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, este papel de mitigación tiene un costo: el calentamiento progresivo de las aguas oceánicas está alterando los patrones de temperatura y precipitación, aumentando la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos.
En nuestra región, el Atlántico Sur se está calentando a un ritmo alarmante, con un aumento de temperatura de hasta 1.2°C por década. Este calentamiento está afectando la circulación oceánica y el ciclo del agua, lo que se traduce en cambios en los patrones de precipitación y temperatura en los países que bordean el Atlántico Sur.
Inundaciones Cada Vez Más Devastadoras
Las proyecciones del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático) son claras: las inundaciones ocasionadas por lluvias intensas serán cada vez más comunes y severas. Esto se debe a una combinación de factores, incluyendo el calentamiento oceánico, el manejo inadecuado del uso del suelo y la falta de infraestructura adecuada.
Eventos climáticos extremos como los que afectaron a Bahía Blanca en 2023 son un claro ejemplo de cómo el calentamiento oceánico puede exacerbar la intensidad de las lluvias y las inundaciones. Investigaciones preliminares sugieren que el calor previo en el océano pudo haber contribuido a la generación de este evento excepcional.
Más Allá de las Costas: Inundaciones Tierra Adentro
Pero el impacto del calentamiento oceánico no se limita a las zonas costeras. Estudios pioneros indican que el aumento progresivo del nivel del mar también puede elevar los niveles de agua subterránea, potenciando las inundaciones tierra adentro, como ya se ha observado en ciudades costeras de Nueva Zelanda.
Este escenario representa uno de los desafíos más severos para la adaptación al cambio climático, ya que las capacidades de respuesta y gobernanza requieren años o décadas para ser implementadas e institucionalizadas.
Preparación y Respuesta: Claves para Enfrentar los Riesgos
Ante este panorama, es fundamental que nuestra región avance en estudios multidisciplinarios para comprender la dinámica del sistema climático y contribuir a mejorar la preparación y respuesta ante los riesgos futuros.
La implementación de sistemas de alerta temprana efectivos, que generen confianza en la población y en los tomadores de decisiones, será clave. Además, el desarrollo de políticas públicas adecuadas y la inversión en infraestructura resiliente pueden ayudar a disminuir la exposición y vulnerabilidad de las comunidades ante estos eventos extremos.
El Océano: Fuente de Vida y Desafíos
Más allá de su papel en la modulación del clima, el océano provee recursos y servicios esenciales para la vida. Sin embargo, su capacidad de absorber el exceso de calor y dióxido de carbono emitidos a la atmósfera podría estar alcanzando un límite. Aumentar el conocimiento científico sobre los procesos oceánicos y sus conexiones con la sociedad, la salud humana y los ecosistemas, ofrece la posibilidad de un futuro menos caótico y más predecible.
Enfrentar los desafíos climáticos que plantean las inundaciones exige una respuesta integral, que combine la ciencia, la preparación y la acción política. Solo así podremos construir comunidades más resilientes y adaptadas a los cambios que se avecinan.