La Inteligencia Artificial (IA) puede parecer un mundo digital, limpio y sin fricciones, pero su existencia depende de un andamiaje material descomunal a nivel global. Desde los centros de datos que consumen enormes cantidades de energía hasta los cables submarinos que cruzan océanos y los minerales críticos extraídos en condiciones geopolíticas volátiles, la IA está profundamente enraizada en la geopolítica mundial.
Cada interacción con la IA, ya sea a través de un asistente virtual o de aplicaciones industriales, se sustenta en una infraestructura física y geográfica que se ha convertido en un nuevo campo de batalla entre las superpotencias. La batalla por la IA será tanto sobre modelos de lenguaje como sobre redes eléctricas, centros de datos, semiconductores y cables en el fondo del mar.
Los Centros de Datos: Fábricas de Inteligencia Artificial
Los centros de datos, donde se procesan petabytes de información y se consumen cantidades exorbitantes de energía, son el corazón de la IA. Según Goldman Sachs, estos centros consumieron el 3% de toda la electricidad de Estados Unidos en 2022, y se estima que esta cifra podría alcanzar el 8% para 2030. Para satisfacer esta demanda, países del Golfo Pérsico como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Qatar se han convertido en los nuevos “swing states” digitales, ofreciendo condiciones excepcionales para atraer estos centros de datos.
La Infraestructura Global de Cables Submarinos
Una vez que los centros de datos producen inteligencia, esta debe distribuirse por todo el mundo a través de una red global de cables submarinos. Más de 1,2 millones de kilómetros de fibra óptica bajo el mar transportan billones de dólares en transacciones diarias y secretos de Estado. Sin embargo, esta infraestructura es vulnerable a interrupciones estratégicas, como cortes de cables por parte de actores estatales, lo que pone en riesgo la conectividad global.
Minerales Críticos: La Materia Prima de la IA
La IA también depende de una cadena de suministro crítica de minerales esenciales, como el silicio para chips, el litio para baterías y el cobre para circuitos. La extracción y refinación de estos minerales están peligrosamente concentradas, con China controlando el 92% de la capacidad global de refinado de tierras raras. Beijing ha utilizado estos recursos como instrumentos geopolíticos, restringiendo la exportación de minerales clave hacia Estados Unidos y sus aliados.
La paradoja es evidente: cuanto más dependemos de la conectividad digital, más vulnerables somos a interrupciones estratégicas. La inteligencia artificial está reconfigurando el orden mundial no solo por su potencial disruptivo, sino por su dependencia de una infraestructura material altamente concentrada y vulnerable.
La Batalla por el Control de los Cuellos de Botella
La batalla por la IA se libra tanto en el campo de los modelos de lenguaje como en el control de las redes eléctricas, los centros de datos, los semiconductores y los cables submarinos. Quien entienda y domine esta materialidad antes que los demás, tendrá una ventaja estratégica decisiva. En geopolítica, el futuro pertenece a quienes controlan los cuellos de botella.
