Pablo Grillo es un nombre que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la represión y la violencia policial en Argentina. Su historia es una de resiliencia y esperanza en medio de la crueldad que ha marcado estos tiempos.
El 12 de marzo, Pablo, un fotógrafo de 32 años, se encontraba cubriendo una manifestación en Buenos Aires cuando recibió un disparo de goma en la cabeza por parte de un gendarme. La herida era devastadora: su cráneo quedó abierto como una “fruta estallada”, con una enorme pérdida de masa encefálica. Los médicos pronosticaron que, si lograba sobrevivir, podría quedar en estado vegetativo.
Pero Pablo, con una fuerza inquebrantable, se aferró a la vida. Después de 83 días y 5 operaciones en terapia intensiva, logró abrir los ojos y comenzar su lenta pero firme recuperación. Su cuerpo, blanco de la coreografía de violencias que se han naturalizado en Argentina, se convirtió en un símbolo de resistencia.
La Solidaridad y el Amor como Fuerza Curativa
A medida que Pablo se recuperaba, su historia se convirtió en un foco de atención nacional. Familiares, amigos y desconocidos se unieron en una ola de solidaridad y apoyo. Se organizaron semaforazos, peñas solidarias, festivales y hasta un locro popular en su honor. Músicos como La Renga, La Bersuit y Víctor Heredia pidieron justicia y pronta recuperación desde los escenarios.
Incluso el Indio Solari, ícono del rock argentino, le envió un mensaje de apoyo que se viralizó en las redes: “Desgraciadamente te ha tocado a vos convertirte en un símbolo más de la represión y la barbarie que se vive en la Argentina. Te deseo que te rehabilites, que puedas seguir pensando. Es una canallada lo que te ha pasado. Pero estás vivo”.
La Cámara que Salvó su Vida
Según la investigadora Cora Gamarnik, parte de lo que le salvó la vida a Pablo fue su propia cámara. La Nikon D800 recibió el primer impacto de la granada de gas, desviando mínimamente la trayectoria del disparo. “La cámara amortiguó el disparo mortal del gendarme”, afirma Gamarnik.
Esta hipótesis cobra aún más relevancia cuando se considera el contexto de ataques sistemáticos a la prensa durante el gobierno de Milei. Más de un centenar de fotógrafos y reporteros han sido heridos, una cifra alarmante que no se veía desde la dictadura militar.
La Lucha por la Justicia
La investigación sobre el ataque a Pablo Grillo avanza lentamente, con denuncias de encubrimiento y maniobras del gobierno para obstaculizar el proceso. Mientras tanto, su entorno reclama justicia y advierte sobre la normalización de la violencia policial.
La coreógrafa Jazmín Titiunik, quien ha incorporado el movimiento de Pablo a una obra sobre la represión, reflexiona: “Hay una normalización de esta cotidianidad donde los cuerpos son golpeados, pateados, detenidos, encarcelados, gaseados. Y está lleno de imágenes, circulan videos, fotos, pero la sensación es que ya no se ve, aunque esté en frente”.
Pero la historia de Pablo Grillo es una historia de esperanza. A pesar de la crueldad que lo marcó, su lucha y su recuperación han inspirado a todo un país. Hoy, cuando Pablo sale del hospital, rodeado de familiares, amigos y médicos emocionados, es un símbolo de la resistencia y la fuerza que puede brotar incluso en los momentos más oscuros.