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domingo, junio 8, 2025

La Belleza de la Diferencia: Cómo Abrazar la Otredad y Cultivar una Comunidad Diversa

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I. Aceptar la Diferencia: Un Camino hacia la Libertad

Hace tiempo me pregunté si mi dedicación al psicoanálisis se debía a mi propia relación con la diferencia. Aunque no puedo establecer qué vino primero, lo cierto es que mi análisis me ha ayudado a acomodar, aquietar y apaciguar esa relación. Hoy en día, las pequeñas diferencias con los demás ya no me inquietan ni me desvelan. La diferencia ya no me afecta en lo más profundo, no me sacude ni me amenaza. Ya no reacciono con hostilidad o ganas de combatir lo que me es ajeno.

II. Más allá de lo “Propio”: Redefiniendo Nuestras Fronteras

No me refiero a las grandes diferencias, donde es más fácil advertir en qué se está, sino a esas sutiles diferencias cotidianas que suelen activar nuestras reacciones. Ya no siento la necesidad de decirle al otro que “no” a lo suyo, ni de defender lo que considero “mío” a toda costa. He aprendido a concebir al otro como radicalmente distinto, sin verlo como una amenaza a mi propia identidad.

III. Tiempos de Espejos y Reacciones: Enfrentando la Agresividad Especular

Vivimos en una época de exaltación del yo, de binarismos y reacciones viscerales. Las relaciones se han tensado y la agresividad, tan propia de lo especular, emerge de manera obscena. Pero debemos estar dispuestos a advertir que esa agresividad a menudo surge de suponer un “ser” en el otro que pondría en peligro el nuestro. No se trata de defender lo “nuestro” cuando está amenazado desde arriba, sino de cultivar lazos cotidianos más empáticos.

IV. El Narcisismo de las Pequeñas Diferencias: Cuando la Similitud Genera Rechazo

Freud acuñó el concepto del “narcisismo de las pequeñas diferencias” para explicar cómo odiamos y nos volvemos hostiles especialmente con aquellos que más se nos parecen. Esas pequeñas diferencias se vuelven enormes bajo la lente del narcisismo, que nos empuja a diferenciarnos, a expulsar lo “extraño” para preservar nuestra individualidad. Es la similitud, más que la diferencia, lo que genera miedo y zozobra.

V. Lo Abyecto y lo Éxtimo: Enfrentando lo Que Nos Repugna y Fascina

Julia Kristeva habla de lo abyecto, esa extrañeza que, aunque pudo serme familiar, ahora me hostiga como radicalmente separada y repugnante. Lacan, por su parte, acuñó el término “lo éxtimo” para referirse a aquello del otro que me pertenece y me es ajeno al mismo tiempo, que conforma mi intimidad pero me es exterior. Aprender a lidiar con estos aspectos es fundamental para una ética del otro.

VI. Más allá de la Empatía: Haciendo Lugar a la Diferencia

Ponerse en el lugar del otro no es suficiente. Tomar verdaderamente en cuenta al otro implica no hacerle lo que a él no le gusta, sino hacer lo que a él le gusta. Suponer que esto es posible, sin sacar al otro de su lugar. Porque no hay dos lugares, sino uno solo. Como dice Juan Ritvo, “nadie sufre por el otro, nadie sufre en el lugar del otro”.

VII. El Psicoanálisis como Ejercicio de la Diferencia

El psicoanálisis es una práctica constante de vérselas con la diferencia. En la escena analítica, analista y analizante ensayan formas de hacerle lugar a lo que nos separa, de soportar la inestabilidad y la inquietud de una escena frágil, donde se trata de desentenderse de una mismidad que paraliza. Sólo así podrá haber una comunidad de diferentes, comprometidos por el valor común de la diferencia.

VIII. Conclusión: Hacia una Ética de la Otredad

Gracias a mi análisis, he logrado apaciguar esa guerra cotidiana con el semejante. Porque el psicoanálisis horada la piedra densa del narcisismo, agujerea la masa insoportable del yo y funda un lugar donde se puede ensayar una erótica cifrada en el “dominio del no tener”. Sólo así, al desprendernos de la imagen de nosotros mismos, podemos abrazar la diferencia, que es la condición misma del movimiento, del deseo y de la vida.

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