El Fuego como Herramienta de Clase
Los incendios forestales ya no son simples desastres naturales, sino síntomas de un orden económico que convierte las crisis en oportunidades de acumulación y exclusión. Mientras los más ricos contratan brigadas privadas y desvían recursos para proteger sus propiedades, las comunidades vulnerables quedan a merced de las llamas, evidenciando una batalla de clases por la supervivencia.
Cuando el Fuego Divide
En California, los millonarios pueden pagar pólizas de seis cifras para que helicópteros rocíen sus mansiones con retardantes, mientras las llamas arrasan barrios enteros. En Londres, tras el Gran Incendio de 1666, las primeras compañías aseguradoras y brigadas privadas de bomberos surgieron para proteger exclusivamente a los clientes pudientes, dejando que el fuego siguiera su curso en los edificios sin el emblema de la aseguradora.
El incendio, como hoy, no se apagaba para todos.
El Capitalismo del Fuego
Frente al colapso ecológico, la respuesta no ha sido redistribuir el riesgo, sino privatizarlo con eficiencia quirúrgica. Los incendios ya no son anomalías, sino parte de la coreografía climática del capital. Mientras las llamas devoran ecosistemas vitales, las cenizas revelan cómo el capital prefiere tierras arrasadas para sus proyectos de especulación.
En Argentina, el incendio de Iron Mountain en 2014 expuso cómo los ricos también pueden quemar lo que no les sirve, mientras los vecinos de barrios populares sufren las consecuencias sin respuesta estatal. Y en la Amazonía, la expansión de incendios bajo Bolsonaro benefició a terratenientes y multinacionales.
Cortafuegos de Clase
La crisis climática es una tecnología política de diferenciación, donde la distribución del daño, la protección y la capacidad de anticipación no es neutra ni azarosa, sino el resultado de una arquitectura de clase profundamente arraigada. Mientras una élite construye búnkers y escapa al espacio, las mayorías se ven cada vez más precarizadas y empujadas al abismo.
No hay cortafuegos neutros. Cada barrera, cada decisión sobre qué proteger y qué dejar arder, expresa una correlación de fuerzas.
La lucha ecológica es una forma contemporánea de la lucha de clases, donde se disputa quién respira, quién se inunda y quién sigue los hechos más atroces desde su celular. El fuego es el síntoma de un orden económico que debe ser transformado de raíz, no solo en su matriz energética, sino en su matriz de poder.
No hay futuro posible si el humo sigue tapando la raíz del incendio.