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sábado, junio 14, 2025

Cómo el Capitalismo Alimenta los Incendios: Una Batalla de Clases por la Supervivencia

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Los incendios ya no son anomalías, sino parte de la coreografía climática del capital. Mientras las llamas arrasan comunidades enteras, los más ricos contratan bomberos privados para proteger sus mansiones, dejando a los demás a merced del fuego. Este fenómeno, que comenzó en el Gran Incendio de Londres de 1666, se ha expandido a nivel global, revelando cómo el capitalismo utiliza las catástrofes para reorganizar el espacio y el valor a su favor.

En el siglo XVII, el fuego rediseñó la ciudad de Londres, expulsando a los pobres del centro y permitiendo trazar nuevas calles. Hoy, no hace falta que todo arda para que el orden se reconfigure, ya que las condiciones materiales se vuelven cada vez más inestables y se impone una nueva estratificación del habitar.

Frente al colapso ecológico, la respuesta no ha sido redistribuir el riesgo, sino privatizarlo con eficiencia quirúrgica. Las aseguradoras ofrecen “cobertura climática personalizada” a los más ricos, mientras los pobres rezan ante los pronósticos. El mercado climático ya existe y opera a mayor escala, con clientes cada vez más selectos.

Pero esta crisis no es solo técnica, es una tecnología política de diferenciación. La forma en que se distribuye el daño, la protección y la capacidad de anticipación no es neutra ni azarosa, sino el resultado de una arquitectura de clase profundamente arraigada.

La lucha ecológica no es un suplemento moral, sino una forma contemporánea de la lucha de clases, cuya gramática se escribe en emisiones, infraestructuras, temperaturas y seguros. El fuego, lejos de ser el enemigo externo, es el síntoma del orden económico vigente. Y como todo síntoma, no se combate con gestos paliativos, sino con diagnósticos que incomodan y con estrategias que desborden las soluciones administradas.

En la historia del capitalismo, las catástrofes no siempre son interrupciones, sino reorganizaciones o concentraciones. El incendio puede funcionar como diseño, una forma brutal pero eficaz de redistribuir el espacio, recalibrar el valor, redefinir lo salvable. No hay ecología sin economía. No hay transición sin conflicto. Y no hay futuro posible si el humo sigue tapando la raíz del incendio.

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