El 9 de junio de 1956, un grupo de alrededor de doce personas reunidas en una casa en Florida para escuchar una pelea de boxeo fueron detenidas por la policía de la provincia de Buenos Aires. Fueron conducidas a una comisaría en San Martín y luego a un descampado en José León Suárez, donde fueron fusiladas. Esta historia estuvo destinada a quedar oculta como un episodio más de la represión clandestina de las fuerzas de seguridad argentinas, hasta que el escritor y periodista Rodolfo Walsh escuchó de un interlocutor la frase que cambiaría el curso de los acontecimientos: “Hay un fusilado que vive”.
Walsh, que en ese momento no era aún un militante peronista ni revolucionario, se encontró de pronto inmerso en una investigación que lo llevaría a descubrir que no solo uno, sino varios de los supuestos fusilados habían sobrevivido a la masacre. Junto a Enriqueta Muñiz, Walsh reconstruyó minuciosamente los hechos, entrevistando a los testigos y sobrevivientes, y exponiendo la verdad detrás de este oscuro episodio de la historia argentina.
La Noche de la Masacre
La noche del 9 de junio, alrededor de las 23:30 horas, el jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires, Desiderio Fernández Suárez, entró pistola en mano a la casa de Horacio di Chiano en Florida, provincia de Buenos Aires, y luego a la casa de Juan Carlos Torres, en busca del general Raúl Tanco, uno de los militares organizando la contrarrevolución para derrocar a la autodenominada Revolución Libertadora. Tanco no estaba allí, pero los ocupantes de ambas casas fueron detenidos y subidos a un colectivo que la policía había llevado especialmente.
A las 00:32 horas del domingo 10 de junio, Radio Nacional interrumpió su programación para emitir un comunicado del gobierno militar: se había decretado la ley marcial. Los detenidos no lo sabían, ya que estaban bajo custodia policial. Alrededor de las 4:30 de la madrugada, el jefe de la Unidad Regional San Martín, Rodolfo Rodríguez Moreno, recibió la orden directa de la jefatura de la policía provincial: proceder de inmediato al fusilamiento de los detenidos.
Los Fusilados Que Sobrevivieron
Contra todo pronóstico, varios de los detenidos lograron sobrevivir a la masacre en el descampado de José León Suárez. Juan Carlos Livraga, Miguel Ángel Giunta, Horacio di Chiano, Rogelio Díaz, Julio Troxler, Reinaldo Benavídez y Norberto Gavino escaparon milagrosamente de ser ejecutados.
Walsh y Muñiz se embarcaron en una ardua investigación para dar con cada uno de estos sobrevivientes y reconstruir lo sucedido esa fatídica noche. Enfrentaron numerosos obstáculos y amenazas, pero lograron reunir los testimonios de los testigos y sobrevivientes, exponiendo la verdad detrás de esta masacre.
Justicia Negada
El análisis jurídico realizado por Walsh reveló que los detenidos fueron ejecutados de manera ilegal y arbitraria, ya que la ley marcial no había entrado en vigor hasta después de que fueran detenidos. Esto convirtió sus ejecuciones en simples asesinatos, sin juicio ni condena previa.
La Revolución Libertadora intentó por todos los medios ocultar y borrar las evidencias de este terrible episodio. Sin embargo, gracias al incansable trabajo de Walsh y Muñiz, la verdad salió a la luz, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la justicia y los derechos humanos en Argentina.
Como escribió el autor Leopoldo Marechal, “la pampa lloraba” por el deshonor cometido contra los inocentes ametrallados y sus anónimos ametralladores.
