Una multitud se reúne frente a la sede del Partido Justicialista en Buenos Aires, saltando y cantando como si fuera una fiesta. Pero esta no es una celebración, sino una manifestación de apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, quien acaba de ser condenada a seis años de prisión por la Corte Suprema.
La Defensa de la Democracia
Lejos de aceptar la sentencia con resignación, los manifestantes se aferran a la historia del peronismo y su lucha por la justicia social. “El partido judicial le agrega un cepo al voto popular”, declara Cristina desde un improvisado escenario, rodeada de su familia. Para ellos, esta condena es un ataque a la democracia, un intento de impedir que los argentinos elijan a sus representantes.
La multitud, compuesta por una diversidad de edades y orígenes, expresa su indignación y su determinación de revertir la sentencia. “No podemos permitir que la justicia se entrometa con los candidatos en democracia”, afirma Delfina, una politóloga que se ha unido a la protesta.
La Herencia del Peronismo
Entre los manifestantes, se encuentran veteranos de la militancia peronista, como Sergio Cobaccio, cuya familia sufrió la represión de la dictadura. Ellos ven en esta condena una continuidad de la persecución histórica que ha enfrentado el movimiento. “Si algo positivo puede salir de hoy es una nueva conciencia del pueblo argentino para entender lo que está en juego, para defender nuestra república y oponerse a la desmovilización que alimenta el gobierno”, afirma Francisco Taiana, hijo del ex ministro de Defensa.
La Unidad Necesaria
La historiadora Julia Rosemberg cree que la crisis del peronismo debe dar paso a una unidad para revertir la sentencia y enfrentar a un gobierno como el de Milei. “Recuperar la historia” del movimiento, con sus “tesoros y utopías”, podría ser la clave para reconstruir una alternativa política sólida.
A medida que la noche cae sobre el barrio de San Cristóbal, la multitud crece hasta ocupar toda la cuadra y más allá. La vigilia frente al departamento de Cristina se convierte en un símbolo de la resistencia y la determinación de quienes se niegan a aceptar la derrota.
