El peronismo, desde la recuperación democrática de 1983, es la única fuerza política que ha visto a dos de sus expresidentes terminar presos. Primero, Carlos Menem. Ahora, Cristina Fernández de Kirchner. Este movimiento ha dejado una huella profunda en la política argentina: dos grandes líderes reformistas encarcelados.
Tanto Carlos Menem como Cristina Kirchner consolidaron proyectos políticos que llenaron el vacío dejado por el fracaso del radicalismo. Menem construyó una derecha y una economía liberal para una Argentina corroída por la hiperinflación, mientras que Cristina y Néstor Kirchner erigieron una plataforma progresista en medio de la crisis del 2001.
La Orfandad de Cristina
Ayer, la Corte Suprema ratificó las condenas de Cristina Fernández de Kirchner. La opositora más importante de este gobierno queda fuera de juego, sin posibilidad de competir por la presidencia. Se corre del camino a una dirigente que se inscribe en la larga tradición de los liderazgos presidencialistas argentinos y latinoamericanos.
Pero esta condena es también una demostración de la debilidad y la interrupción de un liderazgo popular que tiene problemas con las instituciones que alguna vez ayudó a construir y con un electorado popular que se ha ido desplazando hacia otras opciones políticas.
La Fragmentación del Peronismo
El peronismo se ha ido desestabilizando y le ha costado mucho mantenerse en el poder. Su electorado clásico ha probado fortuna en otras alternativas, como el ascenso de Javier Milei, quien se perfila como un gran competidor de la “sociología peronista”.
La beligerancia kirchnerista, la polarización y la poca gobernabilidad de la inflación, entre otros factores, le hicieron perder apoyos y votos. Esa sociología peronista que había reconfigurado el kirchnerismo se fue desmantelando por sus propias incapacidades de gobernar la economía y las transformaciones del mundo global.
Nuevos Actores y Venganzas Concurrentes
La condena de Cristina no se debe solo a su debilidad, sino también a actores como Mauricio Macri, quien promovió el proyecto “Ficha Limpia” y alimentó la posibilidad de correr a la expresidenta de la contienda electoral. Algo de “antropología calabresa y maquiavelismo rápido” puede leerse en un dirigente que buscó venganza desde un inicio.
Grandes medios de comunicación también han sido parte de esta caza de brujas, en un momento de “venganzas concurrentes” que han dejado al peronismo huérfano de sectores del Estado que podían protegerlo o cuidarlo.
Desafíos y Oportunidades para el Peronismo
La condena de Cristina puede reorganizar el poder peronista bonaerense y darle cierto aire, pero no resuelve la trabazón de su figura y de sus posturas para propiciar la reunificación familiar del peronismo. Solo una crisis provocada por el gobierno de Milei o una significativa participación social que reclame por Cristina pueden empujar el acercamiento de ciertos dirigentes y el armado de una fuerza con capacidades de disputa.
En momentos de un gran ajuste fiscal, el peronismo no ha logrado volverse una opción mayoritaria nacional. Ni siquiera ha probado cómo acercarse a protestas que movilizan emociones que pueden disputar la sensibilidad de un electorado que a Milei le interesa.
El mayor desafío del peronismo es la construcción de un consenso que le hable a aquellas personas que se molestaron con las insuficiencias de las políticas estatales, que vieron empobrecer sus vidas con la inflación, que padecen la inseguridad y que reclaman un partido que vuelva a poner sobre la escena una idea de orden y bienestar.
