Lorena Vega, la talentosa actriz y dramaturga argentina, ha construido una carrera sólida nutriéndose de su vasta y diversa biblioteca personal. Desde los clásicos de la literatura hasta los libros de teoría teatral, su amor por la lectura ha sido fundamental para su desarrollo creativo.
Orígenes de una lectora voraz
Vega recuerda que, si bien en su familia no había una tradición teatral, sí había libros. “Había cosas de política, que eran de mi papá, sobre Marx, Rusia, el contrato social (¡incluso repetidos!). Y mi mamá tenía novelas”, cuenta. Uno de sus primeros contactos con la literatura fue a través de la madre de su mejor amiga, que la invitó a participar en un taller literario donde descubrió a la poeta Olga Orozco, cuyo poema “Señora tomando sopa” se convirtió en un monólogo que utilizó en castings.
Más tarde, en su juventud, Vega se sumergió en la obra de Julio Cortázar, fascinada por cómo “la forma generaba sentido” y por la posibilidad de “leer de otro modo, jugando también”. Incluso llegó a interpretar a La Maga en un programa de análisis de Rayuela.
Una biblioteca en constante evolución
A lo largo de los años, la relación de Vega con los libros ha ido transformándose. Hubo una etapa en la que se interesó por los libros antiguos, buscando en ferias aquellos volúmenes con “hojas gruesas y amarillas y tapas ocres o marrones, con labrados”. Luego, su enfoque se orientó hacia la búsqueda de textos que pudieran nutrir su trabajo actoral, “que se pudieran encarnar, que me inspiraran para componer, o para usarlos en la improvisación”.
Actualmente, Vega confiesa que, debido a su intensa actividad como productora independiente, ha tenido menos tiempo para la lectura. Sin embargo, sigue recurriendo a libros clave que la inspiran, como Micropolíticas del cuerpo, de Raúl García, un ensayo que la ha ayudado a pensar el trabajo corporal en la actuación.
Proyectos literarios
La relación de Vega con la literatura va más allá de la lectura. Ha participado en diversos proyectos escénicos basados en obras literarias, como la adaptación de la novela Precoz, de Ariana Harwicz, y la tesis de su formación, en la que trabajó con el cuento “Cría de asesinos”, de Andrés Rivera.
Además, Vega ha incursionado en el mundo de los audiolibros, prestando su voz a obras como Las niñas del naranjel, de Gabriela Cabezón Cámara, y el último disco de Fito Páez, Novela. Estas experiencias le han permitido profundizar su conexión con los textos y descubrir nuevas formas de interpretarlos.
Mirando hacia el futuro
Cuando se le pregunta por autores o obras que le gustaría abordar en el futuro, Vega menciona con entusiasmo el mundo de Juan José Saer, cuya influencia se hace sentir en el trabajo de su colaborador, el director Mariano Tenconi. También destaca su interés por explorar más la obra de Borges, Cortázar y Lorca, autores que tienen una fuerte presencia en sus bibliotecas.
La pasión de Lorena Vega por la lectura y su capacidad de transformar los textos en creaciones escénicas y audiovisuales la convierten en una artista integral, cuya biblioteca personal es el reflejo de una trayectoria marcada por la curiosidad, la experimentación y el compromiso con la palabra escrita.