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lunes, junio 30, 2025

Cuando el Odio se Vuelve Arma de Estado: Una Batalla por la Dignidad y la Democracia

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Algunos sabrán y otros tal vez no, que desde hace un tiempo se viene desarrollando de forma sostenida y permanente una campaña de difamación en mi contra, coordinada y sistemática, en las redes sociales. En las últimas semanas, el ensañamiento se puso un poco más siniestro que de costumbre: con una masividad que no había visto nunca, miles de cuentas libertarias comenzaron a afirmar que tengo una relación incestuosa con mi hermano y, con inteligencia artificial, generaron un video donde aparecemos dándonos besos en la boca. A partir de ahí, siguieron con otras escenas cada vez más bizarras y miles de mensajes repugnantes en todas mis cuentas, en un bucle sin límites.

Este ataque desproporcionado no guarda relación con mi poder de ninguna manera: yo no tengo plata, jueces, milicias digitales ni los recursos del Estado. Sinceramente, me cuesta entender tanta saña. Pero ahí está. Y no va a parar. No hasta que hagamos algo entre todos para terminar con la crueldad en serio.

Un Sistema de Acción Fascista

El ataque es sistemático, coordinado y dirigido. Esta última operación fue directamente un “vuelto” (en sus propias palabras) y, como tal, un mensaje mafioso: “Ahora vas a ver lo que podemos hacer con tu vida y la de tu familia, te vamos a volver loca a pura maldad y mentiras aunque sean una estupidez”. Es un disciplinamiento sobre mí, pero también sobre los demás.

Tenemos por un lado la creación de campañas de difamación desde las redes sociales, la validación y difusión desde grandes medios de comunicación y, finalmente, el sello político desde la máxima autoridad del país. Es un sistema. Un sistema de acción estrictamente fascista, porque no busca crear ninguna discusión o debate, sino quebrar a las personas, deslegitimarlas de cara al conjunto y, finalmente, hacerlas mierda. El objetivo es simple y brutal.

Cuando el Presidente se Vuelve Verdugo

Tengo la sensación de que seguimos sin comprender la gravedad que implica dejar que el Presidente insulte, trate de ratas, violadores, mandriles y degenerados a los opositores o gente con la que tiene alguna diferencia. Semejante conclusión ya no es solo pasiva o condescendiente con quien hace un daño. Es ser colaborador por acción u omisión de la destrucción de la convivencia democrática y de la libertad de expresión. El que acepte esta cultura ya es, aunque no lo quiera, parte de ella.

Resistir y Seguir Dando Pelea

No pienso aceptar mansamente la campaña de difamación, pero mucho menos que “algo hice” para merecerlo. Creo que tengo derecho a que las conclusiones sobre mi persona se saquen por las cosas que realmente hice y hago, y no por una campaña destructiva digitada por Milei, algunos periodistas y el sistema libertario de redes sociales.

En momentos como este, donde nos jugamos tanto, es necesario bancarse la que venga, resistir y seguir dando pelea aun cuando eso tenga algún costo personal. Pero la solución no es construir héroes, sino que sea inaceptable que un Presidente construya odio y deshumanice, que sean inaceptables las campañas de destrucción de personas en las redes y los medios. Si somos muchos los que levantamos la voz, tarde o temprano, lo vamos a lograr.

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