La guerra desatada por Israel y reforzada por el bombardeo de Estados Unidos contra Irán no tuvo tres ganadores simultáneos –Washington, Tel Aviv y Teherán– como afirman algunos altos funcionarios y comentaristas. Lo que realmente triunfó, para desgracia de la comunidad internacional, fue el aceleramiento del declive del llamado orden liberal y su promesa de reivindicación y respeto de las normas, tratados e instituciones que supuestamente lo rigen.
Un ataque oportunista, no preventivo
Aunque se considere que la acción militar israelí fue una continuación de una prolongada “guerra en las sombras” entre Teherán y Tel Aviv, el lanzamiento de la Operación León Naciente no constituyó un ataque preventivo legítimo. Para que un ataque preventivo sea aceptable, aunque no necesariamente legal, se requieren dos condiciones concurrentes: evidencia e inminencia. En este caso, la operación se desplegó por dos motivos distintos: la debilidad actual del oponente y la potencialidad de que en un eventual futuro dicho contendiente pudiera ser mucho más fuerte. En resumen, se trató de un ataque punitivo, no un ataque distractor para unificar el frente interno.
El ocaso del orden basado en reglas
La secuencia de diversos eventos en el plano interestatal, como la intervención de la OTAN en Kosovo, la invasión de Irak por parte de Estados Unidos, la anexión de Crimea por Rusia y la invasión rusa a Ucrania, han ido socavando progresivamente el orden basado en reglas. Ninguno de estos actores poderosos que recurrieron a la fuerza ha pagado un precio gravoso por ello, lo que tiende a habilitar la arbitrariedad y el doble rasero en cuanto al sentido y alcance del derecho internacional.
El dilema de seguridad entre Israel e Irán
Para Israel, Irán constituye una amenaza existencial, mientras que para Irán, disponer de armas nucleares significa un reaseguro existencial. Este dilema de seguridad, donde la búsqueda de seguridad de uno genera inseguridad en el otro, está y seguirá vigente entre ambos países, presagiando tensiones recurrentes, desconfianza permanente y conflictividad soterrada.
El darwinismo internacional y la ficción del derecho internacional
El descalabro del orden basado en reglas parece conducir a un escenario mundial caracterizado por la supervivencia del más fuerte, donde el derecho internacional se torna una ficción. Pareciera prevalecer una elocuente fatiga con la paz en distintas latitudes, dando paso a un juego de suma cero, una especie de darwinismo internacional en el que solo prevalece la ley del más poderoso.