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miércoles, julio 16, 2025

Cuando la Ultraderecha Amenaza la Democracia: Paralelismos Inquietantes entre el Mileísmo y el Fascismo del Siglo XX

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Agustín Laje, propagandista del presidente Javier Milei, postea en sus redes sociales que los “zurdos” son “destrucción y caos” y que “no son conciudadanos: son enemigos”. José Luis Espert, candidato libertario, vocifera que Florencia Kirchner es una “hija de una gran puta” y reclama asesinatos extrajudiciales de presuntos delincuentes. Los calificativos del presidente a los opositores como cucarachas, ratas, mandriles (susceptibles de ser violados) son cosa de todos los días.

¿Son el Gobierno y el movimiento que encarna Javier Milei fascistas? Si bien Argentina sigue siendo una democracia, con medios de comunicación abiertos y sin encarcelamientos masivos de opositores, la comparación con el fascismo del siglo XX es pertinente y necesaria, tanto desde un punto de vista normativo como analítico.

Rasgos Compartidos con el Fascismo Histórico

El Gobierno y el movimiento político de Milei tienen claros rasgos que lo emparentan con el fascismo del siglo pasado: su carácter popular, “plebeyo” y movilizador en la arena electoral; la concepción de un “otro” inferior a humano, como insecto o no merecedor de la comunidad política; el linchamiento del que piensa distinto (por ahora mayormente discursivo y digital) y el uso del Estado para ejecutar ese abuso; y episodios crecientes de represión abierta al borde de la ley.

Además, comparten la deslegitimación de las mediaciones institucionales de la democracia, en particular la política parlamentaria, y la retórica abierta de violencia institucional que se ve en políticos como Milei, Montenegro, Bullrich o Espert.

Diferencias Clave con el Fascismo Histórico

Sin embargo, existen dos diferencias centrales con el fascismo del siglo XX. La primera es la ausencia de dictadura y la convivencia del movimiento libertario, en tensión permanente, con el régimen democrático. La segunda es la política y discurso económico de marcado sesgo neoliberal y fundamentalista de mercado, a diferencia del fascismo intervencionista y keynesiano.

La Necesidad Moral de Comparar

Más allá de los matices, la comparación con el fascismo histórico es necesaria y tiene sentido. Es tan fuerte el riesgo de banalización del concepto como su normalización. El fascismo del siglo pasado se nutrió del régimen democrático como ambiente propicio para consolidarse, fenómeno que los politólogos Linz y Stepan llamaron “abdicación de los moderados”.

Señalar las similitudes de los movimientos de ultraderecha contemporáneos con el fascismo se torna así no solo un ejercicio analítico, sino una posición moral: el primer requisito para evitar la naturalización del fascismo es llamar la atención sobre su metódica expansión aún dentro de la democracia.

Lecciones del Pasado para el Presente

La historia demuestra que la naturalización del fascismo y su discurso violento por amplios sectores de la “opinión democrática moderada” siempre fue pre-requisito para su eventual triunfo. Y que la violencia política y paraestatal siempre empieza por las palabras y los discursos.

En vez de negar o afirmar sin más que el mileísmo es un movimiento fascista, esta nota propone un esbozo de comparación recurriendo a elementos de la Ciencia Política y la Política Comparada. Existen elementos comunes tangibles que no pueden ser ignorados si queremos evitar la normalización de estos peligrosos patrones.

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