El sol cae sobre el lomo del Paraná. La pampa litoraleña se parte en dos. Una mole de cemento cruza las aguas marrones, se levanta erecta y une dos ciudades bien distintas: Victoria y Rosario. Y al revés también. India cabalga una Honda Dax, la moto emblema de los noventa, el equivalente a una cupé Fuego pero con un motorcito de baja cilindrada y dos ruedas. Saluda a los operarios, pasa por cada tramo hormigonado que vio nacer. Alza la mano, se despide. Durante el tiempo que llevó la monumental obra fue la encargada de darles de comer.
India se llevaba a escondidas las vituallas de las alacenas de su madre, les armaba una vianda, metía en la canasta algunas bebidas alcohólicas o cigarros sueltos (“los vicios” que entretenían a esos cuerpos trabajadores) y se las vendía a la hora del almuerzo. Con eso se hacía de una entrada en negro que reemplazaría su sueldo. Es que “El Ingeniero” no le quería pagar por sus diligencias. Y de ese menudeo India se hizo un porvenir.
La Hija Bastarda del Caudillo Riojano
India, la protagonista de la novela Debilidad Humana de Lila Siegrist, es una figura ambigua y fascinante, una suerte de antiheroína que encarna el espíritu de los turbulentos años 90 en Argentina. Hija biológica del expresidente Carlos Menem, India se mueve con destreza entre los mundos de la política, la corrupción y el poder, tejiendo alianzas con quienes, como ella, son oprimidos y marginados.
A diferencia de sus hermanos, que parecen destinados a heredar el legado de su padre, India es la “bastarda”, la “nada” o la “nadie” de la familia. Sin embargo, su astucia, determinación y capacidad de adaptación le permiten navegar los vericuetos de la rosca política menemista, acumulando una fortuna propia a través de sus actividades en los márgenes.
Una Época de Lujo y Corrupción
Los años 90 en Argentina estuvieron marcados por el neoliberalismo, la privatización del Estado y una estética de gobierno que abrazaba lo kitsch y lo ostentoso. Los oros, el animal print, las hombreras, las pieles, el brushing y el jopo, la cama solar, los conjuntos deportivos de sire, el “Ritmo de la Noche” y el “Qué tendrá ese petiso” fueron los símbolos de una era que aún hoy resuena en el imaginario colectivo.
En este contexto, la construcción del Puente Rosario-Victoria se convierte en el escenario donde se desarrolla la historia de India, una joven que navega los flujos de dinero y poder que rodean la obra pública, aprendiendo a sobrevivir y prosperar en un mundo dominado por la corrupción y la ambición desmedida.
Ficción y Realidad: Explorando los Noventa
La novela de Siegrist, Debilidad Humana, se basa en hechos reales, pero la autora se niega a limitarse a la mera paráfrasis. En su lugar, reconceptualiza la forma de presentar los hechos, introduciendo ejemplos y analogías originales para ilustrar puntos clave y ofrecer una mirada más matizada y multifacética de la época.
Al igual que la serie de Winograd sobre el menemismo, Debilidad Humana no busca juzgar a los personajes, sino más bien situarse en su punto de vista para dar verosimilitud a la narración. La ficción se convierte en un vehículo para explorar la complejidad de una época marcada por el lujo, la corrupción y la transformación de la clase media argentina.
Una Generación Fallida
India, la “Turquita”, encarna el arquetipo de muchas mujeres nacidas y criadas en los ductos de una clase media alta aspiracional, que se convirtieron en “nuevos ricos” durante los noventa. Chicas jóvenes sin amor ni proyecto, utilizadas por sus padres y completamente invisibilizadas, nadando en la opulencia pero sin lugar ni permiso para administrarla.
A ellas, a esa generación de Indias, también les supo hablar Carlos Menem cuando dijo: “Voy a gobernar para los niños pobres que tienen hambre y para los niños ricos que tienen tristeza”. Una frase que se convierte en una buena brújula para entender a esa generación fallida que también fue la de los noventa.
Conclusión: Recordando en Nombre de Todos
India, la hija bastarda del menemismo, se convierte en una figura emblemática que nos invita a reflexionar sobre la complejidad de una época marcada por el lujo, la corrupción y la transformación de la sociedad argentina. Su historia, narrada con maestría por Lila Siegrist, nos recuerda que, a veces, la ficción puede ser un espejo más fiel de la realidad que la propia realidad.