La devastadora inundación que azotó a Bahía Blanca, Rosales, Ingeniero White y otras ciudades bonaerenses ha puesto de manifiesto un desafío crucial: ¿cómo reconstruir una ciudad sin la intervención del Estado? Esta pregunta cobra especial relevancia en un contexto donde el gobierno de Javier Milei ha prometido recortar drásticamente la obra pública, considerándola un “curro”.
Más allá de la retórica política, la realidad es que la reconstrucción de una ciudad requiere una inversión masiva, que no puede ser cubierta únicamente por el sector privado. El Estado desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la infraestructura y la provisión de servicios públicos esenciales, como hospitales, iluminación, agua y cloacas, que el sector privado no tiene incentivos para asumir.
Sin embargo, ante la posibilidad de un Estado ausente, las comunidades afectadas pueden recurrir a soluciones innovadoras y colaborativas para reconstruir sus ciudades. Un enfoque basado en la autogestión y la participación ciudadana puede ser la clave para superar los desafíos que plantea la falta de inversión pública en obra.
Autogestión Comunitaria: Reconstruyendo desde Abajo
En lugar de esperar pasivamente a que el Estado intervenga, las comunidades pueden organizarse y tomar las riendas de la reconstrucción. Esto implica que los propios vecinos se unan para planificar, financiar y ejecutar proyectos de infraestructura y servicios públicos, adaptados a las necesidades y prioridades locales.
Un ejemplo de esto podría ser la creación de fondos comunitarios para la reparación de calles, la construcción de puentes o la instalación de sistemas de drenaje. Estos fondos se nutrirían de contribuciones voluntarias de los residentes, quienes tendrían voz y voto en la toma de decisiones sobre cómo se invierten los recursos.
Además, las comunidades pueden aprovechar las habilidades y el trabajo voluntario de sus miembros para llevar a cabo proyectos de reconstrucción. Esto no solo reduciría los costos, sino que también fomentaría un sentido de pertenencia y empoderamiento entre los ciudadanos.
Colaboración Público-Privada Innovadora
Si bien el Estado no puede desentenderse por completo de la obra pública, el sector privado también puede desempeñar un papel crucial en la reconstrucción. La clave está en encontrar modelos de colaboración público-privada que alineen los intereses de ambos sectores y generen beneficios mutuos.
Por ejemplo, las empresas locales podrían ofrecer donaciones, patrocinios o asesoramiento técnico para proyectos de reconstrucción, a cambio de visibilidad y reconocimiento en la comunidad. Esto no solo aliviaría la carga financiera del Estado, sino que también fomentaría un sentido de responsabilidad social empresarial.
Además, las asociaciones público-privadas (APP) bien diseñadas pueden ser una alternativa viable para la reconstrucción de infraestructura, siempre y cuando se establezcan mecanismos de transparencia y rendición de cuentas que protejan el interés público.
Reconstrucción Resiliente y Sostenible
Más allá de la reconstrucción física, las comunidades deben adoptar un enfoque holístico que priorice la resiliencia y la sostenibilidad a largo plazo. Esto implica incorporar soluciones basadas en la naturaleza, como sistemas de drenaje verdes, y aprovechar tecnologías innovadoras para mejorar la eficiencia energética y la gestión de recursos.
Asimismo, la planificación urbana participativa será fundamental para garantizar que la reconstrucción responda a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos, y no solo a intereses políticos o económicos.
En resumen, la reconstrucción de una ciudad sin la intervención del Estado es un desafío complejo, pero no imposible. A través de la autogestión comunitaria, la colaboración público-privada y un enfoque resiliente y sostenible, las comunidades afectadas pueden reconstruir sus ciudades de manera innovadora y empoderada, fortaleciendo así su capacidad de adaptación y su bienestar a largo plazo.
