En un momento de profunda incertidumbre económica y social, Argentina enfrenta un desafío aún más urgente: reconstruir las expectativas de progreso y movilidad social de sus jóvenes. Un reciente estudio realizado por Fundar y el CIAS revela una realidad alarmante en los barrios populares del Área Metropolitana de Buenos Aires, donde el 60% de los jóvenes ha perdido la fe en la posibilidad de construir un futuro mejor.
La crisis de la narrativa del ascenso social se explica por una combinación de factores que socavan los pilares fundamentales de la sociedad: la familia, la escuela y el barrio. La falta de oportunidades, la pérdida de referencias de éxito y el deterioro de los espacios de socialización han generado un profundo escepticismo entre los jóvenes, quienes ven cada vez más lejana la posibilidad de progresar a través del esfuerzo y el trabajo.
La Familia: Pilar Fundamental en Crisis
La familia, tradicionalmente el principal factor de apoyo y contención para los jóvenes, enfrenta condiciones extremadamente difíciles en los barrios populares. La proliferación de hogares monoparentales, la violencia y el abandono han creado verdaderas trampas de exclusión, donde los jóvenes tienden a reproducir los ciclos de pobreza de sus padres.
La Escuela: De Igualadora a Excluyente
La crisis de la escuela pública también ha contribuido a la erosión de las expectativas de los jóvenes. El abandono escolar, la falta de docentes, la violencia y la inadecuada infraestructura han convertido a muchas instituciones en espacios que no cumplen su rol histórico de ser lugares de aprendizaje y desarrollo.
El Barrio: Segregación y Violencia
Finalmente, el barrio aparece como un factor limitante de las expectativas de futuro. Los barrios populares se encuentran segregados territorialmente, sin una adecuada infraestructura de transporte que permita una conexión con el resto de la ciudad. Además, la presencia de actividades ilegales y el consumo de drogas han generado un entorno que, en muchos casos, lleva a las madres a intentar proteger a sus hijos aislándolos dentro de sus casas, lo que a su vez limita la socialización y tiene consecuencias en la salud mental.
Reconstruir los Espacios Estructurantes
La reconstrucción de las expectativas sociales de los jóvenes está íntimamente ligada a la reconstrucción de los espacios estructurantes de interacción: la familia, los territorios y el sistema educativo. Esto requiere un Estado activo y fortalecido, capaz de implementar políticas integrales que aborden los múltiples desafíos que enfrentan estos jóvenes.
Más allá de las decisiones económicas, la recuperación de la confianza de los jóvenes en el futuro es un desafío urgente que debe ser abordado con una visión holística y a largo plazo. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa, donde todos los jóvenes tengan la oportunidad de desarrollar su potencial y alcanzar sus sueños.
