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domingo, junio 8, 2025

La Trama Textil: Desde el Algodón hasta la Prenda

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La industria textil argentina es un reflejo de los altibajos de la economía nacional. Desde las desmotadoras de algodón en Santiago del Estero hasta los talleres de confección en Buenos Aires, esta cadena de producción enfrenta constantes desafíos. Sin embargo, a pesar de las políticas liberales que amenazan su supervivencia, los trabajadores y las cooperativas se esfuerzan por mantener viva esta industria fundamental.

Donde todo comienza: Las desmotadoras de algodón

En el norte del país, las desmotadoras de algodón son el primer eslabón de esta larga cadena textil. Aquí, el algodón se limpia de las cascarillas, palitos y semillas, preparándolo para la siguiente etapa. Pero estas plantas son muy sensibles a los cambios climáticos, y el retraso en la cosecha debido al cambio climático ha afectado gravemente su producción.

Según Luis Paz, delegado sindical, “la cosecha del algodón viene muy atrasada por el cambio climático. Los productores tuvieron que pedir permiso para sembrar en enero, porque recién llovió en diciembre y por la falta de agua no podían hacerlo”. Esto ha obligado a las desmotadoras a trabajar solo un turno, en lugar de los dos o tres habituales.

La Trama Textil: De la Fibra a la Tela

Entre el campo y las mesas de corte, el algodón se transforma en tela. Esta etapa, la de hilado, tejeduría, tintorería y acabado, es la más intensiva en capital y la más concentrada de la industria. Aquí se encuentran algunas de las empresas más grandes del sector, como TN&Platex, Tipoití y Emilio Alal.

Sin embargo, la industria textil se ha visto gravemente afectada por las políticas liberales del gobierno actual. Según un informe de la Fundación Pro Tejer, el 79% de las empresas del sector reportó una caída en sus ventas de un 39% promedio. Además, el uso de la capacidad instalada cayó en el 64% de los casos relevados en los últimos tres meses de 2024.

La Confección: Historias de Lucha y Organización

El tercer eslabón de la cadena textil es la confección, un sector marcado por la informalidad y la precariedad laboral. Aquí, el 41% de las personas ocupadas trabaja por cuenta propia, y la tasa de asalariados es mucho menor que el promedio de la economía.

Sin embargo, desde 2015 se viene dando un proceso de consolidación de cooperativas textiles, que han logrado mejorar las condiciones de trabajo y garantizar la legalidad de sus operaciones. Sonia, una trabajadora de la Cooperativa Renacer, cuenta cómo su vida cambió al pasar de un taller clandestino a un espacio de trabajo organizado y seguro.

Epílogo: La Batalla por la Supervivencia

A pesar de los desafíos, la industria textil sigue siendo un pilar fundamental de la economía argentina. Los hogares destinan el 6,9% de sus gastos a la compra de indumentaria y calzado, una proporción mayor que en otros países de la región.

Sin embargo, la apertura de las importaciones impulsada por el gobierno actual amenaza la supervivencia de esta industria. Como señala Benito Fernández, diseñador argentino, “el año pasado, en pleno sacudón de las políticas del gobierno libertario a esta industria, me vi obligado a reestructurar mi empresa. Dejé de lado la línea prêt-à-porter para concentrarme exclusivamente en la alta costura”.

En medio de esta tormenta, las cooperativas y los trabajadores luchan por mantener viva esta cadena de producción, que no solo genera empleo, sino que también es un reflejo de la identidad y la cultura argentina.

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