El Papa Francisco y su Misión de Desvaticanizar la Iglesia
La misión del Papa Francisco ha sido nada menos que revolucionaria: enfrentar el esclerosamiento del catolicismo y el clericalismo de la Iglesia Romana centralizada y vertical que sus predecesores buscaban preservar. Bergoglio era consciente de que el catolicismo había perdido gravitación histórica, cuestionado tanto por la cultura secular como por la expansión de otros grupos religiosos.
A diferencia de los papados anteriores, que abordaban los conflictos de la modernidad de manera teórica y desencarnada, Francisco buscó una práctica transformadora más que una reforma total del dogma. Su objetivo era que la Iglesia Católica dejara de ser solo los sacerdotes y que estos estuvieran más conectados con la realidad de sus comunidades.
La Sinodalidad como Camino de Cambio
El Papa Francisco propuso a la Iglesia el “caminar juntos” a través de la sinodalidad, un proceso de reflexión colectiva sobre su misión. A diferencia de los cambios impuestos desde arriba en un concilio, esta era una transformación “más moderada, pero al mismo tiempo más profunda”.
A través de sus declaraciones y acciones, Francisco sembró la semilla de un cambio que ya ha dado frutos. Desde su famoso “¿quién soy yo para juzgar?” hasta sus encíclicas sobre la fe, la fraternidad y la ecología, el Papa ha cuestionado el carácter romano y vaticano de la Iglesia, buscando hacerla más universal.
Enfrentando la Oposición y Recuperando la Relevancia
La tarea de Francisco no ha sido fácil. Si bien despertó simpatías entre progresistas no católicos, también causó reacciones negativas en el mundo católico y, a veces, indiferencia en los sectores populares. Sabía que se enfrentaría a un clero que se refugiaría en la tradición para boicotearlo, y a élites que ven al cristianismo como un obstáculo para sus proyectos.
Sin embargo, Francisco también logró devolver repercusión y consistencia a una Iglesia que venía padeciendo la erosión de su imagen por diversos escándalos. Inspirado en la figura de Michel de Certeau, entendía que lo importante no eran los espacios de poder, sino los procesos que podían sacudir las murallas para dar lugar a una renovación de los sujetos y los repertorios.
El Legado de Francisco: Desvaticanizar la Iglesia
El legado más profundo del Papa Francisco está en su tentativa de desvaticanizar la Iglesia, de hacerla menos romana y más llena de humanos y ciudadanos. Una Iglesia de pastores, con “olor a oveja”, que pueda conectarse mejor con las necesidades reales de la gente.
Aún no podemos saber hasta dónde llegará la dinámica iniciada por Francisco, pues eso depende del tiempo, ese ámbito de manifestación del Espíritu Santo. Pero si su obra logra tocar profundamente la vida del catolicismo, su humanismo habrá triunfado y su legado será revolucionario.