El 28 de abril de 1996, un festival antifascista organizado en el Parque Rivadavia de Buenos Aires para conmemorar los cinco años de la muerte de Walter Bulacio se convirtió en una tragedia. Lo que debía ser una celebración de la unidad y la resistencia contra el fascismo, terminó en un violento enfrentamiento entre grupos opuestos que dejó un saldo de 26 heridos y la muerte de Marcelo Scalera, un joven de 32 años.
El festival, que reunía a bandas emblemáticas del rock nacional como La Renga, Los Piojos y Todos Tus Muertos, se vio empañado por la presencia de un grupo de neonazis que se habían apostado en un puesto de venta de libros en el parque. Estos grupos, que bajo el pretexto del nacionalismo divulgaban teorías racistas, xenófobas y homofóbicas, se convirtieron en el blanco de los asistentes al festival, quienes respondieron con gritos y provocaciones.
La Chispa que Encendió la Violencia
Cuando un grupo de punks subió al escenario y gritó “¡Muerte a los skinhead!”, la situación se descontroló. Alrededor de 100 personas, entre las que se encontraban militantes de Patria Libre y Quebracho, se dirigieron al puesto de los neonazis. La gresca duró menos de media hora, pero el saldo fue devastador: 26 heridos, en su mayoría del grupo neonazi, y la muerte de Marcelo Scalera, quien falleció el 8 de mayo tras permanecer internado.
La Ausencia de una Crónica Oficial
El episodio no tiene una crónica oficial, y los testimonios se encuentran dispersos en fanzines y la incipiente web de la época. Incluso el video casi completo del festival no muestra el momento del enfrentamiento. Esta ausencia de una narrativa oficial ha dejado espacio para la especulación y la interpretación, con algunos grupos nacionalistas convirtiendo a Scalera en un “mártir de su causa”.
La Ficción como Reflejo de la Realidad
La novela “Cómo desaparecer completamente” de Mariana Enríquez recrea una escena del enfrentamiento, donde el protagonista, Matías, se encuentra con el tumulto y observa cómo la violencia se apodera de todos los presentes. Enríquez logra capturar la sensación de que lo que estaba ocurriendo era una “fiesta matar”, donde la violencia se convirtió en un acto de celebración colectiva.
El episodio del Parque Rivadavia marcó un punto de inflexión en la historia de la cultura alternativa argentina. La ausencia de una crónica oficial y la interpretación de los hechos a través de la ficción han contribuido a mantener viva la memoria de una tragedia que aún resuena en la sociedad.