La música física está de vuelta, y no solo entre los melómanos de siempre. Una nueva generación de jóvenes, nacidos en la era digital, está redescubriendo el placer de poseer y escuchar música en formatos analógicos como vinilos, CDs y cassettes. Lejos de ser una moda pasajera, este fenómeno refleja una búsqueda por una experiencia más tangible y personal con la música.
El Resurgir del Vinilo y el Cassette
En una feria de discos en Vicente López, se puede ver a un grupo de adolescentes maravillados ante un disco de Sui Géneris. Tocan con devoción el vinilo, leen las letras y las notas, intercambiando impresiones con sus amigos. “No sabés, se emocionan”, comenta Alejandro, el vendedor. Estos jóvenes, criados en la era del streaming y las playlists, ahora buscan el objeto físico, el “libro” de la música, como dice uno de ellos.
El vinilo, además de su atractivo estético, les evoca una nostalgia por un tiempo que no vivieron, cuando esos clásicos que ahora buscan eran novedad. Pero el alto costo de los vinilos los lleva a complementar su colección con CDs y cassettes, que también están resurgiendo entre los centennials.
El CD: Herencia Familiar y Redescubrimiento
El CD, a menudo relegado al olvido en los hogares, está siendo rescatado por jóvenes que descubren las colecciones de sus padres. “Me pasa eso de escuchar a veces relatos de chicos que no estaban acostumbrados al tema de la compra de un formato físico, que encontraron esas torres de CDs, cassettes o vinilos en la casa de sus padres y que a partir de indagar ahí, una vez que lo hicieron, empezaron a hacer su propia historia y a comprar sus propios discos”, cuenta Sebastián Saire, de la tienda Inerme.
Estos jóvenes valoran la experiencia de escuchar música con una dedicación exclusiva, lejos de las distracciones del mundo digital. “Es bajar un cambio de toda la sobreinformación de internet, del celular y las plataformas”, dice la cantante Nina Suárez, quien heredó la colección de CDs de sus padres.
La Resurrección del iPod y la Búsqueda de lo Analógico
Incluso el iPod, ese ícono de la era digital, está resurgiendo entre los centennials. Muchos jóvenes lo han rescatado de los cajones, buscando una experiencia de escucha más enfocada y sin las distracciones del teléfono. “Empecé a usar el iPod para ir al gimnasio, para andar en la calle, porque evito la distracción, no me da miedo que me lo roben como al teléfono, ¡y encima se escucha mucho mejor!”, cuenta la periodista Tamara Tornello.
Esta tendencia no es una reacción anti-tecnología, sino más bien una búsqueda por un refugio de la velocidad y la hiperinformación del mundo digital. Es una estrategia para conectar con el placer de la música, a otro ritmo.
Más Allá de la Música: La Experiencia Completa
La resurrección de los formatos físicos va más allá de la música en sí. Los jóvenes buscan una experiencia completa, que incluye el arte gráfico, las remeras y otros objetos de merchandising. “Las bandas buscan que el arte gráfico represente su arte y el público busca ese combo entero para sentirlo propio”, explica el diseñador Santiago Moscardi.
Estas remeras, serigrafíadas de manera artesanal, se convierten en una suerte de “documento de identidad” para los fans, que se sienten parte de una generación y una escena cultural.
En un mundo cada vez más virtual, los jóvenes parecen estar buscando una conexión más tangible y personal con la música que aman. Lejos de ser una moda pasajera, este fenómeno refleja una búsqueda por una experiencia más auténtica y nostálgica, que les permite dejar un precedente de sus gustos y vivencias.