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martes, julio 22, 2025

Diez años de un movimiento feminista que cambió el mundo

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1. Movilización

Hace una década, el 3 de junio de 2015, una multitud se tomó las calles de Argentina para decir Ni Una Menos. Fue el inicio de un movimiento feminista masivo que sacudió los cimientos de la sociedad y se extendió por toda Latinoamérica. Aquella jornada marcó el ingreso al activismo de miles de jóvenes y la apertura de una conversación pública sobre la violencia de género que ya no se callaría.

Desde entonces, el movimiento feminista se expandió, se radicalizó y se convirtió en una fuerza transformadora. Pasó de denunciar los femicidios a cuestionar las estructuras patriarcales, a exigir derechos y a imaginar otras formas de vida. Tejió alianzas con trabajadoras, migrantes, disidencias sexuales y organizaciones sociales, convirtiéndose en un actor político clave.

2. De la represión al paro

La masividad del movimiento generó reacciones violentas. En 2015 y 2016, las marchas feministas fueron brutalmente reprimidas en Mar del Plata y Rosario. Pero lejos de amedrentarse, el movimiento respondió con un Paro Nacional de Mujeres en 2016, que se replicó en otros países y dio origen al Paro Internacional de Mujeres al año siguiente.

Esa huelga feminista cuestionó los límites del trabajo asalariado y visibilizó las múltiples formas de trabajo no remunerado que sostienen la sociedad. Fue una herramienta poderosa que interpeló a los sindicatos y amplió los horizontes de la lucha.

3. Vaivenes de la marea

El movimiento feminista también enfrentó sus propios dilemas. Algunas demandas, como el pedido de mayor “seguridad”, derivaron en posiciones punitivistas que chocaban con la búsqueda de justicia alternativa. Hubo también una deriva hacia la cancelación y el escrache, que generó debates sobre los límites de la justicia feminista.

Pero el movimiento siguió creciendo y expandiéndose. Llevó la discusión sobre el aborto legal más allá de lo personal, entendiéndolo como un derecho social. Y se ramificó en los barrios, las universidades, los sindicatos y los partidos políticos, convirtiéndose en una fuerza transversal.

4. ¿Quiénes somos?

El movimiento feminista se definió inicialmente como una cuestión de mujeres. Pero rápidamente se transformó en un espacio de confluencia de lesbianas, travestis, trans y disidencias, que empujaron por un Encuentro Plurinacional. Esto generó debates sobre los límites de la identidad y la posibilidad de construir alianzas más amplias.

La centralidad otorgada a la condición de víctima también fue cuestionada, ya que podía obturar la capacidad crítica y la búsqueda de alternativas. El desafío era cómo construir un movimiento emancipador sin caer en jerarquías de género o identidades.

5. Hacia un frente antifascista

La pandemia y la llegada de un gobierno neofascista marcaron un nuevo escenario. Mientras el movimiento feminista se institucionalizaba, surgieron experiencias de resistencia en los barrios y territorios. Y cuando el gobierno lanzó una ofensiva contra la comunidad LGBTIQ+, se gestó una Marcha del Orgullo Antifascista que reunió a millones.

Hoy, el movimiento feminista y transfeminista se enfrenta al desafío de construir un frente antifascista capaz de articular las luchas contra el capitalismo voraz y el autoritarismo. Un espacio donde puedan converger las fuerzas sensibles de la resistencia, para diseñar colectivamente otras formas de vida más justas y comunitarias.

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