Pablo Grillo es un hombre que ha resucitado de entre los muertos. Después de recibir un disparo de goma en la cabeza que le quitó parte del cráneo, estuvo al borde de la muerte durante meses. Pero su fuerza de voluntad y el apoyo de su comunidad lo han traído de vuelta a la vida, convirtiéndolo en un símbolo de resistencia contra la violencia policial que azota Argentina.
Cuando Pablo salió del hospital Ramos Mejía el 12 de junio, después de 83 días en terapia intensiva y 5 cirugías, su cuerpo aún estaba débil y con los músculos escuálidos. Pero su espíritu era inquebrantable. Ahora, mientras se recupera en el Hospital Rocca, Pablo sabe todo lo que pasó y está listo para continuar su lucha por la justicia.
La historia de Pablo comenzó el 12 de marzo, cuando cubría una protesta social en Buenos Aires. Mientras se acercaba a la escena para tomar fotografías, un gendarme le disparó una granada de gas que le destrozó el lado izquierdo de su cráneo. Los médicos pronosticaron que, si lograba sobrevivir, quedaría en estado vegetativo. Pero Pablo demostró ser un luchador.
La Lucha por la Vida y la Justicia
Después de 83 días en terapia intensiva y 5 cirugías, Pablo finalmente abrió los ojos. Poco a poco, fue recuperando la voz, los movimientos y la memoria. Cuando le mostraron el video de lo ocurrido, solo dijo: “Cómo me dieron”.
La noticia de la brutal agresión contra Pablo se extendió rápidamente, convirtiéndolo en un símbolo de la represión policial en Argentina. Se organizaron manifestaciones, se pintaron murales y se creó una coreografía que recreaba su caída. Músicos como La Renga, Bersuit y Víctor Heredia pidieron justicia por Pablo desde los escenarios.
Mientras se recuperaba, Pablo volvió a tomar fotografías, incluyendo una selfie con sus padres en el balcón del hospital. Según la investigadora Cora Gamarnik, la cámara de Pablo pudo haber desviado ligeramente la trayectoria del disparo, salvándole la vida.
Un Símbolo de la Represión y la Resistencia
El ataque a Pablo se enmarca en un contexto de violencia sistemática contra periodistas y fotógrafos en Argentina durante el gobierno de Javier Milei. Más de 100 profesionales de la comunicación han sido heridos en manifestaciones, a menudo de manera indiscriminada por la policía.
Para Jazmín Titiunik, coreógrafa del Grupo de Experimentación en Artes del Movimiento, el caso de Pablo es una “metáfora de lo que estamos viviendo como país”. Su caída se ha convertido en una poderosa imagen que representa la represión y la barbarie, pero también la solidaridad y la lucha por la justicia.
Mientras Pablo continúa su rehabilitación, su nombre y su historia siguen resonando en todo el país. Su lucha por la vida y por la verdad se ha convertido en un símbolo de resistencia contra la crueldad y la impunidad que azotan a Argentina.