Una multitud se reúne frente a la sede del Partido Justicialista en Buenos Aires, saltando y coreando el nombre de Cristina Fernández de Kirchner. Saben que la ex presidenta ha sido condenada a seis años de prisión y que ya no podrá ser candidata, pero lejos de aceptarlo, la militancia se niega a darse por vencida.
La Defensa de la Democracia
Para muchos, esta condena representa un ataque a la democracia. “No podemos permitir que la justicia se entrometa con los candidatos en democracia”, dice Delfina, una politóloga que se ha unido a la manifestación. La palabra “democracia” resuena con fuerza entre los presentes, quienes ven en esta decisión judicial un peligro a largo plazo para la organización política del país.
La historiadora Julia Rosemberg comparte esta preocupación: “Básicamente se nos está prohibiendo a los argentinos votar a nuestros representantes, y en un momento tan crítico de la Argentina me parece que eso cobra todavía más relevancia”. Ella cree que el peronismo debe recuperar su historia y sus utopías para enfrentar este desafío.
La Esperanza Perdida y la Lucha por el Retorno
Para muchos, la condena de Cristina representa la “esperanza muerta”. Paula, una trabajadora del subte, dice que lo que vivió con Cristina y Néstor Kirchner no lo había experimentado antes, y que hoy esa esperanza está muerta. Pero lejos de rendirse, la militancia se aferra a la historia del peronismo y su capacidad de resurgir.
Daniel Silva, del sindicato de trabajadores municipales de San Martín, está convencido de que “el pueblo tiene memoria” y que harán retornar a Cristina, así como Perón lo hizo después de 18 años. “Estoy convencido”, dice entre lágrimas.
La Unidad y la Estrategia para Enfrentar el Futuro
Más allá de la condena, los manifestantes ven en este momento una oportunidad para la unidad y la reorganización del arco político opositor. Esteban, un estudiante de Filosofía, cree que esta condena es un peligro a largo plazo y que es necesario defender la democracia como forma de organización política.
Mientras tanto, Cristina se dirige a sus seguidores desde el balcón de su humilde departamento en el barrio de San Cristóbal. La noche cae sobre la multitud que se ha congregado a su alrededor, pero la lucha continúa. Porque para estos militantes, la esperanza no ha muerto, sino que se ha transformado en una determinación inquebrantable de defender la democracia y el derecho a elegir a sus representantes.