Oriana tiene 16 años y recuerda con claridad los encuentros semanales en su escuela secundaria, donde aprendió sobre salud sexual, infecciones de transmisión, métodos anticonceptivos y el respeto al consentimiento. Estas charlas, parte del Plan ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia), le brindaron un espacio seguro y pedagógico para abordar temas que, de otra manera, quizás nunca hubiera conocido.
La historia de la ampliación de los derechos sexuales en Argentina se remonta a los años 80, cuando el acceso a la anticoncepción se convirtió en una bandera del movimiento feminista. Desde entonces, se han promulgado leyes y políticas públicas que han logrado reducir en un 50% los embarazos de adolescentes en los últimos siete años. Sin embargo, la tendencia no ha alcanzado por igual a todo el país, y provincias como Salta aún presentan tasas de fecundidad adolescente por encima del promedio mundial.
Voces que Inspiran Cambio
El Estudio sobre trayectorias, experiencias y significados en torno al embarazo temprano no intencional en la adolescencia en la Provincia de Salta, realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), puso el foco en las historias de vida de las jóvenes. Estas voces muestran la necesidad de seguir trabajando en políticas y acciones que aborden de manera integral la salud sexual y reproductiva de las adolescentes.
Blanca, de 16 años, es madre de un bebé de siete meses. Comparte su tiempo entre la escuela, su familia y un trabajo de fin de semana. Sus cuidados recaen principalmente en ella, con el apoyo de su familia y de algunos docentes que la acompañan en el aula. Emilia, también de 16 años, tuvo a su primera hija a los 13. Hoy sostiene la crianza sola, con la ayuda de su madre y hermanas. Ambas historias evidencian que, sin la intervención del ámbito público, es difícil pensar en políticas que protejan los derechos y deseos de estas jóvenes madres.
Barreras por Superar
El estudio también revela que, si bien Argentina cuenta con un marco legal sólido que garantiza el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, aún existen brechas en la implementación y el acceso universal a esta información. Muchas adolescentes, como Luna, no se animan a preguntar o acudir a los centros de salud por temor o vergüenza. Además, en algunos hogares, estos temas siguen siendo un tabú.
Pese a los avances, aún hay miles de jóvenes que llegan a la maternidad de manera temprana, sin haber incorporado de manera eficaz el uso de métodos anticonceptivos. ¿Qué falla? El Estudio detecta que la vergüenza y la falta de espacios de confianza para abordar estas cuestiones son un denominador común en los testimonios de las adolescentes madres.
Construyendo Futuros Posibles
Las políticas públicas de prevención del embarazo adolescente no solo buscan evitar embarazos no intencionales, sino también acompañar a quienes ya son madres, para que puedan completar sus trayectorias educativas y construir un futuro con más oportunidades. A pesar de las adversidades, las jóvenes siguen imaginando, diseñando y construyendo futuros posibles, como el de Emilia, quien quiere ser masajista y “salir adelante”.
El camino aún es largo, pero las voces de estas adolescentes nos muestran que, con políticas públicas sólidas, acompañamiento y espacios de confianza, es posible romper barreras y empoderar a las jóvenes para que tomen decisiones informadas sobre su salud y su futuro.