El 10 de junio, Cristina Kirchner resurgió en el centro de la escena política argentina, dejando atónitos a quienes creían que había quedado fuera del mapa. Su determinación de no retirarse ha quedado clara, y ahora se mira en el espejo de Lula da Silva, aunque sabe que ese camino es largo e incierto.
Mientras tanto, Cristina seguirá ejerciendo la conducción del peronismo, aunque no sea formalmente del partido. La decisión de la Corte Suprema de Justicia, tan inédita como arbitraria, no solo la ha devuelto al centro de la escena política, sino que también ha inyectado al peronismo la mística y el vigor que había perdido tras el fracaso del gobierno del Frente de Todos y el ascenso de Javier Milei.
Un Giro Inesperado
Los alcances de esta transformación son aún una incógnita, pero algunos empiezan a preguntarse si no es hora de que el peronismo dé un giro audaz y desafiante, más cerca de los recientes procesos latinoamericanos que de la proscripción que inauguró la autodenominada Revolución Libertadora en 1955.
La detención de Cristina Kirchner, lejos de saldar las internas del Partido Justicialista (PJ), ha obligado a algunos de sus dirigentes a repensar sus posturas y hacer una tregua, ya que la amenaza de quedar dañados en la contienda electoral trasciende la figura de la ex presidenta.
El Peronismo en Movimiento
En el cristinismo hay una certeza: no están dispuestos a ceder el lugar que ocupa Cristina Kirchner, menos aún a que su sacrificio sea en vano. El poder y el liderazgo se ganan incluso si “La Jefa” está en prisión. Algunos, como Juan Grabois y el Movimiento Evita, buscan tensar los límites del peronismo, proponiendo incluso la abstención electoral como gesto de apoyo a Cristina.
Por otro lado, Sergio Massa, uno de los principales aliados de Cristina, avizora que por primera vez en muchos años es posible que el PJ vaya unido a los comicios, lo que podría delimitar más claramente los dos históricos modelos de país en pugna y darle al peronismo más chances de volver al gobierno.
Implicaciones y Desafíos
La exclusión electoral de Cristina Kirchner no solo ha generado efectos en la dirigencia y la militancia peronista, sino también en la oposición. Mientras la UCR se limitó a aplaudir el fallo judicial, en el PRO algunos pensaron que podrían revivir al partido amarillo, que va camino a extinguirse después de la derrota en la Ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, Mauricio Macri sabe que el triunfo que le regalaron los cortesanos se le escabulle entre las manos. Nada de eso le devolverá el liderazgo que supo tener dentro de la derecha en la política argentina.
En este escenario, surge la pregunta: ¿Generará la indignación por la proscripción de Cristina Kirchner una nueva oleada de conciencia militante que potencie un campo popular que parecía lento de reflejos frente a los ataques de la derecha? ¿O será que quienes están detrás del fallo de la Corte terminarán potenciando la figura de Cristina, en lugar de aplastar su liderazgo, como pretenden? Nadie tiene las respuestas, pero todos, los que celebraron y los que lloraron el encarcelamiento de CFK, están en su búsqueda.
