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¡El periodista más bohemio del país se casó en una pizzería del centro!

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El periodista más bohemio del país se rinde ante el amor

Fallaron todos los pronósticos: Matías Castañeda, el periodista más bohemio de la Argentina, el eterno independiente, el soltero empedernido, aquel al que nunca iban a enganchar, el que jamás de los jamases contraería matrimonio, finalmente cayó rendido ante los embrujos del amor y como tantos millones y millones más que juraban que no iban a pasar por el Registro Civil terminó casándose con la mujer de su vida.

La responsable de semejante acontecimiento se llama Sofía Lucas Oviedo, desde ayer su esposa. Castañeda es un tipo divertido. Tanto para aquellos que lo siguen en sus distintas participaciones radiales y televisivas como para quienes laburaron junto a él. ‘No vas a encontrar a nadie que te hable mal, porque básicamente es un buen tipo’ repiten una y otra vez quienes fueron sus compañeros.

Hace poco, otros dos periodistas pasaron por la misma ‘situación’: los que se volvieron marido y mujer fueron Angela Lerena y Alejandro Bercovich. Pero además de todo eso -y de ser un fervoroso hincha de Boca y un adherente a las ideas ‘nacionales y populares’ de la política- siempre fue un hombre libre. Uno de esos ‘incorregibles’ que le esquivaban no sólo a la idea de casarse: la mismísima palabra ya la provocaba urticaria, rechazo y ganas de salir corriendo.

El amor lo cambió todo

Hombre ajeno a los compromisos afectivos, Castañeda un día ‘pecó’. En los ojos de Sofía vio reflejado los suyos. Su sonrisa le pareció distinta, más cálida que cualquier otra. Cuando quiso acordarse, era tarde: abría el celular y ya no quería ver los WahtsApp de sus amigos. Quería recibir los de ella. Hasta contaba las horas que faltaban para verse, y su habitual desdén para elegir prendas combinadas se empezó a transformar en preocupación por vestir pilchas medianamente decentes cuando llegaba el momento de verse. En pocas palabras, estaba perdidamente enamorado de ella.

Un matrimonio inesperado

Una cosa trajo la otra, y poco a poco se fueron metejoneando los dos -cuidado, no le pasó sólo a él- a tal punto que ya les empezó a costar pasar tiempo separados. Querían estar juntos. Y qué mejor entonces que casarse. Casarse, contraer enlace, sí, esas palabritas que habían sido tachadas por él durante tanto tiempo, aparecieron en todo su esplendor y lo abrazaron fervorosamente. Tanto Matías como Sofía estuvieron de acuerdo y dieron un sí tan estruendoso como feliz. Estuvieron rodeados de todos sus afectos.

Pero cuidado: la rebeldía siempre hay que demostrarla, y si bien bajó muchas banderas por amor se mandó un par ‘de las suyas’: por ejemplo, no usó corbata, sino un jean y una camisa. Estaba pintón, pero a su estilo. Ella clavó un vestido en dos piezas multicolor (donde predominaban las tonalidades coloradas) y se llevó todas las miradas y todos los elogios. Después, nada de glamour: a morfar muzzarellas y fugazzettas a una de las pizzerías más reconocidas de la calle Corrientes, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires. Algo bien sabroso, como promete ser su matrimonio.

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