La increíble pasión de Steve McQueen por las carreras y la velocidad

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Introducción

Descubre la increíble historia de Steve McQueen, la estrella de Hollywood que tenía una debilidad incontrolable por la velocidad. Además de ser un actor reconocido, McQueen también fue un apasionado piloto de carreras que desafió los límites en las pistas.

El amor por las carreras

Desde su juventud hasta sus éxitos cinematográficos, McQueen llevó su amor por las carreras a todos los aspectos de su vida. Huyó de la pobreza en la que había crecido y encontró en el automovilismo una nueva identidad. Carrera tras carrera, coche tras coche, se convirtió en un apasionado corredor, coleccionando automóviles, motocicletas e incluso aviones. Su hijo Chad describió la pasión de su padre con una particular frase: ‘Le encantaban las carreras. Era su droga’.

Desafío en las 12 Horas de Sebring

En 1970, McQueen luchó por la victoria en las 12 Horas de Sebring. A pesar de participar con el pie izquierdo lesionado, logró llegar en el segundo lugar detrás de un trío formado por Mario Andretti, Ignazio Giunti y Nino Vaccarella con una Ferrari. Para McQueen, este resultado fue como una victoria sobre sí mismo.

Uniendo pasiones en Le Mans

Aunque su sueño de competir en las 24 Horas de Le Mans se desvaneció debido a sus compromisos cinematográficos, logró unir sus dos pasiones, la velocidad y la actuación, a través de la película Le Mans de 1971. Aunque inicialmente no recibió el reconocimiento esperado, este film se convirtió en una obra de culto con el tiempo.

Legado perdurable

McQueen falleció a los 50 años en 1980, pero su impacto perdura tanto en la pantalla grande como en las pistas. Su pasión por las carreras y la velocidad lo convirtieron en una figura icónica que cautivó a millones de personas en todo el mundo.

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