La administración de Javier Milei se ha caracterizado por una política exterior marcadamente diferente a la de sus predecesores. Lejos de buscar un perfil colaborativo en el escenario internacional, el gobierno ha adoptado una postura más confrontativa, desafiando los principios del multilateralismo en diversos foros globales.
Relaciones Bilaterales: Pragmatismo y Oportunismo
En el plano bilateral, Milei ha priorizado el acercamiento a Estados Unidos y China, dos de las principales potencias mundiales. Su encuentro con Donald Trump en Mar-a-Lago y su próxima reunión con Xi Jinping evidencian la importancia que el presidente le otorga a estas relaciones. Mientras que con Trump busca alinearse en temas como la desregulación y los recortes presupuestarios, con China el enfoque se centra en la agenda comercial y de inversiones, incluso a pesar de las restricciones del Mercosur.
Por otro lado, la relación con Brasil, el principal socio estratégico de Argentina, se ha visto tensionada por las diferencias ideológicas y políticas entre Milei y Lula da Silva. Sin embargo, el pragmatismo ha prevalecido en áreas de interés mutuo, como el desarrollo de infraestructura para la exportación de gas de Vaca Muerta.
Desafíos del Multilateralismo
En el ámbito multilateral, la posición de Argentina ha sido más confrontativa. El gobierno ha cuestionado iniciativas globales como la eliminación de la violencia contra la mujer y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, alejándose incluso de aliados tradicionales como Estados Unidos e Israel. Asimismo, Argentina se retiró de la Conferencia de Partes sobre el Acuerdo de París, demostrando su desinterés por la agenda climática internacional.
Estas posturas han generado costos diplomáticos, como los reclamos europeos en la negociación del Mercosur y la evidencia de debilidad y aislamiento en foros como el G-20, donde Argentina terminó suscribiendo a los acuerdos alcanzados por el resto de los miembros.
Implicaciones y Perspectivas
La estrategia geopolítica de Milei refleja una visión más nacionalista y confrontativa, alejada de la tradición diplomática argentina. Si bien ha logrado avances en algunas relaciones bilaterales, los costos en el ámbito multilateral podrían ser significativos, afectando la imagen y la influencia de Argentina en el escenario internacional.
A medida que se profundicen las tensiones con la agenda global, el gobierno deberá evaluar cuidadosamente los equilibrios y las prioridades de su política exterior, buscando un balance entre el pragmatismo y la defensa de los intereses nacionales a largo plazo.