Dos décadas después de que el presidente Lula de Brasil llevara su agenda reformista al Foro de Davos, el protagonismo en la reunión de 2023 correspondió a un mandatario argentino con un discurso radicalmente diferente. Javier Milei, recién llegado al poder, se erigió como un bastión solitario en defensa del capitalismo y en contra de conceptos como la justicia social. Si bien su alocución fue recibida con cierta burla por algunos medios, logró resonar con la nueva élite política y económica occidental, que lo abrazó con entusiasmo.
Esta escena marcó el tono y la dinámica de la política exterior mileísta, subordinada a la instalación personal de la figura y las preferencias del presidente. Milei ha priorizado una visión rupturista, afectando ámbitos en los que Argentina había desarrollado una sólida posición internacional, como la defensa del multilateralismo, los derechos humanos y la protección del medio ambiente.
Desafíos diplomáticos y oportunidades inesperadas
El rechazo a participar como miembro pleno del grupo BRICS, el enfrentamiento con países de la región como Colombia y México, y la confrontación con Occidente en temas como la agenda ambiental y de género, han generado una serie de desafíos diplomáticos para el Gobierno de Milei. Sin embargo, la corrección de los desequilibrios fiscales y el foco en la promoción de la inversión extranjera le han traído altos niveles de buena voluntad externa, particularmente ante las potencias occidentales.
Además, la apuesta temprana por Trump y la intimidad con Musk han rendido frutos políticos, posicionando a Milei como una figura vanguardista en el contexto de las nuevas derechas emergentes. Incluso, la madurez del yacimiento de Vaca Muerta y el creciente apetito por los recursos minerales y energéticos de Argentina podrían convertir al país en un socio de mayor valor tanto para las potencias como para la región.
Incertidumbres y desafíos futuros
Si bien la política exterior de Milei ha terminado su primer año en mejores condiciones de lo previsto, el futuro sigue siendo incierto para Argentina. Los ideologismos del Gobierno podrían volver a convertir al país en objeto de señalamientos y exclusiones, mientras que los alineamientos que hoy son tratados con indulgencia podrían, ante un cambio en las relaciones entre las grandes potencias, erigirnos como objeto de castigos comerciales.
En definitiva, la diplomacia libertaria de Milei ha generado tanto críticas como nuevas oportunidades en un mundo en constante reconfiguración. El destino de su gestión dependerá de la capacidad de navegar entre la virtud y la fortuna, tal como lo describiera Maquiavelo.