En medio de la tormenta mediática que rodea a Wanda Nara, su abogada Elba Marcovecchio ha levantado el velo sobre una realidad preocupante: la violencia emocional que la conductora estaría ejerciendo sobre sus propios hijos.
Según Marcovecchio, Wanda Nara ha utilizado a sus hijas como arma de venganza contra su expareja, Mauro Icardi, impidiéndole el contacto con ellas. Esto, lejos de resolver el conflicto, no hace más que agravar la situación y causar un daño profundo a las menores.
Más allá de los Géneros: La Violencia Invisible
La abogada hace hincapié en que la violencia no se limita a lo físico, sino que también puede manifestarse de forma emocional y psicológica. Y en este caso, Wanda Nara estaría ejerciendo una violencia indirecta sobre sus hijos, al utilizarlos como rehenes en su disputa con Icardi.
“Existe violencia masculina, existe violencia femenina, existe violencia neutra, es decir, sin género. Olvidémonos ya un poquito de los géneros. ¿A qué apunto con la violencia? Primero, utilizar un sistema penal que no es natural para la conflictiva familiar, no es natural, lo dijo la jurisprudencia ochocientas veces”
, señaló Marcovecchio.
El Daño Emocional a Largo Plazo
Según la experta, esta estrategia de Wanda Nara no solo agrava el conflicto, sino que también perjudica gravemente el bienestar emocional de los niños. Al ser utilizados como “armas” en la disputa, los hijos se ven expuestos a un estrés y ansiedad constantes, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en su desarrollo y salud mental.
Marcovecchio enfatiza que no hay límites en la forma en que Wanda Nara estaría actuando, anteponiéndose a los intereses de sus hijos y convirtiéndolos en víctimas de una guerra sin cuartel.
Hacia una Resolución Pacífica del Conflicto
La abogada hace un llamado a priorizar el bienestar de los niños y a buscar soluciones que no impliquen violencia emocional ni instrumentalización de los menores. Solo así podrá lograrse una resolución justa y duradera de este complejo conflicto familiar.
El caso de Wanda Nara y Mauro Icardi evidencia la necesidad de abordar la violencia más allá de lo físico, reconociendo las formas sutiles pero devastadoras en que puede manifestarse. Solo así podremos proteger a los más vulnerables y construir un futuro más sano y equitativo para todos.